En una jornada sacudida por importantísimos cambios institucionales, tales como el relevo del Jefe de Gabinete de Ministros, Nicolás Posse, el interventor de la Administración Federal de Inteligencia (AFI) Silvestre Sívori y otra que quedó opacada pero no es menos sorprendente, como fue la remoción ordenada por el papa Francisco del arzobispo de la ciudad de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, un prelado de 55 años; el panorama político quedó conmocionado. El relevo de Posse por el Ministro del Interior, Guillermo Francos, se había convertido en un secreto a voces, cristalizado por algunos desplantes presidenciales durante las celebraciones al de 25 de mayo. Francos, sin lugar a dudas, es el ministro con mayor aceptación en la oposición por su afabilidad, paciencia y buen trato. No hay quien no distinga en él a un caballero. Posse se va del poder, sin que se le conozca prácticamente su metal de voz, salvo cuando debió exponer ante las cámaras legislativas, cumpliendo el mandato constitucional; sin embargo fue un hombre clave en el primer entorno del gobierno de Javier Milei, además de ser una persona de la absoluta confianza del empresario Eduardo Eurnekián. El ex jefe de gabinete conoce hace más de 20 años al presidente Javier Milei y hasta que la relación comenzó a deteriorarse, hace algún tiempo, era un hombre clave dentro del gabinete nacional. Tanto es así, que él fue quien colocó a Sívori en la AFI. No es un dato menor la salida de Posse del gabinete nacional.
Ahora bien, dentro de las extravagancias institucionales que parecen ser una marca registrada del actual gobierno, aparee una que todavía con llamó la atención de los medios masivos, como lo es la disolución del Ministerio del Interior. Ello es así, porque no solamente no se anunció quien reemplazará oficialmente a Francos en esa cartera, vital en la relación con los gobernadores y por ende con las provincias, sino que se anunció que el nuevo Jefe de Gabinete absorberá a través de una Secretaría de Interior las funciones de uno de los ministerios históricos, más relevantes de la historia institucional argentina. Para ese cargo y como una suerte de ministro sin cartera, se designó a Lisandro Catalán, quien goza del apoyo de Guillermo Francos. La Argentina hasta la designación de Francos, desde Benjamín Gorostiaga , el primero que designado en el cargo, por el presidente Justo José de Urquiza el 5 de marzo de 1854 hasta la fecha, tuvo ininterrumpidamente: 118 funcionarios que ocuparon esa función. Es prácticamente el único de los ministerios del Poder Ejecutivo Nacional que nunca cambió de nombre – salvo durante la gestión de Florencio Randazzo que se lo denominó Interior y Transporte – ni se lo suprimió temporalmente. Será ésta la primera vez que se lo haga.
De hecho, el Ministro del Interior era la figura política históricamente más significativa después del Presidente de la Nación. Tanto es así que desde ese lejano 5 de marzo de 1854 hasta el 27 de mayo de 2024, transcurrieron 170 años en que esa cartera ministerial fue inmutable e inmodificable. Algunos ministros del interior que se destacaron por las funciones que ocuparon antes o después de serlo, fueron: Domingo Faustino Sarmiento, Luis Sáenz Peña (padre de Roque), Julio Argentino Roca, Manuel Quintana, Ramón S. Castillo, que fueron ademáspresidentes de la República. O, figuras fundamentales de la vida política argentina tales como: Guillermo Rawson, Dalmacio Vélez Sarsfield, Indalecio Gómez, Saturnino Laspiur, Norberto Quirno Costa o Alberto Tessaire, por dar algunos ejemplos. Es decir que el Ministerio del Interior, no solamente es un sitio clave dentro de la ingeniería institucional argentina, sino que lo ocuparon personajes de fuste y de un relieve tal, que podría decirse que fue la columna política de todo gobierno. LLama la atención entonces que una cartera que además de la relación con las provincias y con los diferentes sectores de la política más la estrecha vinculación que existe con la organización electoral quede reducida después de 170 años a una mera secretaría. Máxime, cuando la creación de la jefatura de Gabinete de Ministros a partir de la Reforma Constitucional de 1994 no ha terminado de asentarse en el esquema del Poder Ejecutivo, dado que es un cargo creado conforme los lineamientos de la Constitución francesa, que en varios aspectos difiere con la Constitución de la Nación Argentina.