El estudio del clima nos permite comprender los patrones de variabilidad climática y prever posibles escenarios futuros. Los eventos hipertermales del pasado han sido identificados como análogos del cambio climático actual, proporcionando una base científica para analizar sus impactos.
El temporal catastrófico que afectó a Bahía Blanca el 7 de marzo de 2025 plantea una cuestión clave: ¿qué papel desempeña el cambio climático en la intensificación de estos eventos meteorológicos extremos? La ciencia ha demostrado que el calentamiento global, impulsado por el aumento de gases de efecto invernadero, está modificando los patrones climáticos y aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos.
La evidencia científica indica que el mundo se está calentando a un ritmo sin precedentes. En el último siglo, la temperatura media global ha aumentado aproximadamente 1,2 °C debido a la actividad humana, principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO ) y el metano (CH ). Este incremento térmico altera el equilibrio climático del planeta y se traduce en cambios significativos en los patrones de precipitación, evaporación y circulación atmosférica.
En el caso del país, se ha observado un aumento del 10% en las precipitaciones desde 1960, con un incremento notable en la intensidad de lluvias extremas. Estos eventos son el resultado del forzamiento radiativo positivo, un proceso en el cual el exceso de calor atrapado en la atmósfera intensifica la evaporación y, en consecuencia, la formación de tormentas más severas.
El 7 de marzo de 2025, Bahía Blanca y la localidad de Cerri fueron impactadas por una tormenta de lluvias torrenciales que dejó un acumulado de 300 mm en solo 8 horas. Esta cifra superó ampliamente la media histórica de 80 mm para el mes de marzo, desencadenando inundaciones de gran magnitud, que de alguna manera pueden las inundaciones de Santa Fe (2003) y La Plata (2013).
Este fenómeno, caracterizado por vientos intensos del sudeste, tuvo un impacto clave en la evolución de las inundaciones:
1. Dificultades en el drenaje del agua: La sudestada elevó el nivel del estuario de Bahía Blanca, bloqueando el drenaje natural de los canales y aumentando el anegamiento urbano.
2. Desborde de cuerpos de agua: La imposibilidad de evacuar el caudal acumulado provocó el colapso de los sistemas de drenaje, intensificando la inundación en las zonas bajas.
3. Daños por vientos intensos: Ráfagas superiores a 80 km/h causaron la caída de árboles y postes, agravando los daños materiales y dificultando las tareas de rescate.