“¡No participaré del próximo proceso electoral!”, fue lo que dijo el dirigente con un tono calmo, casi liberado. La frase marcó un punto final a una trayectoria que abarca más de cuatro décadas de poder ininterrumpido.
Ingresó a la función pública como senador nacional en el año 1987, cargo que mantuvo hasta 1995. Gobernó Salta entre 1995 y 2007, y desde 2007 ocupa un lugar en el Senado de la Nación, posicionándose como uno de los referentes más influyentes del interior argentino. Romero fue clave en el armado del peronismo salteño, pero también supo mutar y adaptarse a los nuevos tiempos, forjando alianzas, renovando discursos y sosteniendo su banca incluso frente a cambios profundos en el escenario nacional.
“Quizás algunos se pondrán tristes… y habrá otros que se pondrán contentos. Les digo que en eso estamos de acuerdo: yo también estoy contento con esta decisión”, exclamó con ironía, consciente del peso que tuvo -y del desgaste que arrastra- su figura en la política salteña.
Su decisión también marca el fin de la continuidad electoral de la familia Romero en Salta tras más de 40 años. Sus próximos pasos, según Juan Carlos, serán dedicarse a sus hobbies, se conoce que es la náutica. Entre barcos en el Cabra Corral, Mallorca o Estados Unidos, parece retirarse hacia una vida más privada.
Así termina el ciclo de los Romero. Un ciclo que comenzó con Roberto en los años 80, que pasó por Juan Carlos, por Bettina, por diputados y senadores con el mismo apellido, y que hoy, en 2025, finaliza.