Las cotizaciones del dólar se mantienen en máximos y el esquema de bandas parece haber agotado su capacidad de contención. Analistas advierten que, tras los comicios legislativos, podrían verse modificaciones en la política cambiaria, con el objetivo de evitar mayores turbulencias y de ajustar la trayectoria macroeconómica ante un contexto de alta volatilidad.
El panorama financiero continúa exhibiendo signos de inquietud: las acciones y los bonos soberanos registran vaivenes persistentes, el índice de riesgo país ha alcanzado niveles máximos del año y el precio del dólar, en sus distintos segmentos, ha marcado máximos históricos en la serie disponible. En este entorno, los flujos reaccionan a cada señal de intervención o rumor de política, aumentando la prima de riesgo y la percepción de incertidumbre entre inversores y empresas.
Max Capital enfatizó que la política cambiaria “se está convirtiendo en una piedra en el zapato para el Gobierno”, que persiste en evitar una devaluación más pronunciada y busca apoyo multilateral y bilateral para defender un tipo de cambio que se percibe como sobrevaluado frente a un paisaje de riesgos electorales. En su lectura, la “solución racional” pasaría por permitir que la moneda flote, dejando que un ancla fiscal trabaje para contener la depreciación potencial. Sin embargo, hoy por hoy, ninguna tasa de interés logra compensar a los inversores que temen que, después de las elecciones, la moneda pueda saltar por encima de $1.500. Ese umbral, estiman, podría ser razonable dado el conjunto de riesgos electorales y tendría efectos marginales sobre la inflación, sobre todo si se acompaña de credibility y de un programa de fortalecimiento fiscal creíble.
A la luz de estos escenarios, el mercado se mantiene atento a varias señales posibles:
- Señales de flexibilidad cambiaria por parte de autoridades, que podrían incorporar un rango más amplio o un régimen de flotación administrada.
- Anuncios sobre acuerdos con organismos multilaterales o acuerdos bilaterales que amortigüen shocks externos y ayuden a sostener reservas.
- Planes de deficit fiscal y metas de inflación que aumenten la confianza de inversores, reduciendo la prima de riesgo y favoreciendo la estabilidad de precios a mediano plazo.
- Medidas combinadas de política económica que busquen reconducir expectativas: disciplina fiscal, un marco monetario creíble y señales de gradualismo en el ajuste cambiario.
Mientras tanto, los operadores financieros continúan valorando escenarios alternativos y evaluando el impacto de posibles movimientos en el tipo de cambio sobre la inflación, las tasas de interés y el costo de financiamiento para el sector privado. En este contexto, la región y el panorama global añaden capas de complejidad, donde factores como tasas de interés de referencia en EE. UU., commodities y condiciones de crédito internacional pueden responder en cadena a las noticias electorales y a las decisiones de política económica.