El inicio del cierre parcial del Gobierno más largo de la historia de Estados Unidos cuando la chispa del acuerdo prendió en el Capitolio. Fue al filo de las 19:00 de este domingo, con las primeras noticias de que demócratas y republicanos habían llegado a un principio de entendimiento en el Senado para reabrir el grifo de la financiación de la Administración federal, cerrado desde el 1 de octubre.
Tras 14 votaciones fallidas, una nueva propuesta, presentada horas antes por los republicanos de la Cámara alta, con su líder, John Thune, a la cabeza, logró convencer a ocho senadores rivales, entre los que se encontraban los negociadores: Tim Kaine (Virginia), Angus King (Maine) y Jeanne Saheen y Maggie Hassan (Nuevo Hampshire). Con ellos, la bancada conservadora (que tiene 53 escaños y un disidente, el veterano Rand Paul, de Kentucky) sumaba así los 60 votos necesarios para conquistar la mayoría cualificada exigida por las reglas del filibusterismo del Senado para sacar adelante decisiones de calado; por ejemplo, las presupuestarias.
El proyecto presupuestario incluye una disposición con un punto que los demócratas buscaban: la readmisión de los empleados federales despedidos durante el cierre, y la garantía de que no habrá más ajustes masivos de plantilla hasta finales de enero. La amenaza lanzada por Trump de que los funcionarios no recibirían, como es costumbre, el pago retroactivo por los salarios no ingresados durante estos 40 días. Y financia el programa de cupones de alimentos hasta finales de 2026.
Fuera queda la gran aspiración demócrata: evitar que prescriba al final de año el programa de subsidios sanitarios acordados durante la pandemia como parte de la ley conocida como Obamacare (ACA son sus siglas en inglés). El pacto de este domingo solo incluye el compromiso republicano de que habrá una votación aislada en el Capitolio sobre ese asunto. Teniendo en cuenta la distribución de poder entre ambos partidos, es altamente improbable que salga adelante.

