Que el diputado nacional Emiliano Estrada es un hombre muy particular, no cabe duda. Que firmó solicitadas incendiarias y sin pruebas en contra del entonces candidato a gobernador Gustavo Sáenz y dos años más tarde corrió despavorido a pedirle auxilio para que lo ayude a ser legislador por el pueblo de Salta, tampoco. Sáenz le dio una mano y llegó. Y a la primera de cambios apagó el teléfono, porque no quería quedar pegado al gobierno nacional si votaba una ley que beneficiaba al pueblo argentino, también forma parte de su currículum. Lo raro es que después de no votar una ley del entonces Frente de Todos, después se transformó en integrante del bloque de Unión por la Patria. Gajes del oficio. Dos años más tarde -parece que tiene espasmos digestivos bienales, sin ruborizarse – se subía a una fórmula doble propósito.
Mientras en Salta era un apólogo de una alianza con Carlos Zapata y Ahora Patria, bien de derecha peluda y madura; en Buenos Aires era el más salvaje de los progres guiñándole el ojo a Juntos por el Cambio, para ver si en una de esas se le daba. Tanto doble juego como víbora cascabel se enredó y los votitos fueron demasiado poquitos. No es que sea camaleónico dicen algunos: es tornasolado, sin lámpara, eso sí. Autopercibidoen opositor al gobierno provincial, lo cierto es que a sus treinta y ocho añitos no consiguió algo elemental para poder afianzarse en política y es que por lo menos tres personas digan que tiene códigos. Capaz que tenga el Código Da Vinci. Tampoco hay mucha seguridad en donde estaría parado en esa aventura cinematográfica.
Es que comentan que si Emiliano te manda un mensaje cifrado, no es que te bate la posta, sino que tiene otro mensaje más encriptado todavía para ver de qué lado calienta el sol. Autobronceante más protector solar, sería la definición. O pretender juntar dentro de sí mismo el agua – destilada – con el aceite. Buenas son las coplitas para estos casos: la sombra que tiene Estrada/le tiene miedo u horror/no sabe la propia sombra/si es la sombra de un traidor. Upajajá gritarían en el campo. U otra que dice: anda saber si Emiliano/te va a devolver un favor/saca el puñal y lo afila/te lo clava sin dolor ¡La pucha que está complicado el gaucho, ché! Y una ultimita de yapa: cuidadito con Estrada que anda tejiendo alianzas/el arregla con don Quijote/ y a la vez con Sancho Panza. Si te invita a jugar el truco/ y el te contesta con flor, fijate bien en los naipes/ que hizo un tamal en tu honor. Complicado el bicho silba uno por ahí. Una nueva serie de streaminginspirada en el longilíneo y atildado desconocedor de su propia sombra se titularía: Traidorman, ni un instante de paz.
Bromas aparte, transcurre su tercer año de mandato y todavía en Salta esperan que tire algún centro para ver si la provincia tiene algún beneficio que haya gestionado. Al contrario, ridiculiza cualquier gestión que se haga en favor de la provincia, pero no se conoce ninguna suya. Al contrario se fastidia si alguna buena intención se cristaliza y da un resultado positivo. Tampoco se le conoce gestos solidarios, lo que sin duda es compatible con el enamoramiento que tiene hacia su propia figura. Claro que para sumar votos además de que narciso no vota, hacen falta unos cuantos ¿Cómo hará, no?