La costumbre de algunos legisladores de rasgarse las vestiduras y supuestamente dar la vida por la causa libertaria, claramente cae por tierra cuando de Salta se trata. La sobreactuación no sólo es monda corriente, sino que escandalizaría hasta el más fanático de los partidarios de La Libertad Avanza. En momentos en que el presidente Javier Milei pierde la paciencia pidiendo que se observe, en todos los casos y sin excepción, el déficit cero, en nuestra provincia ocurre lo contrario. Muy sueltos de cuerpo los diputados provinciales del PRO José Gauffín y Sofía Sierra, quien adhirió al proyecto presentado por el primero, intentan que se sancione una ley que compense económicamente a los municipios por un monto equivalente a la disminución de la coparticipación que, desee hace muchos años, estableció la ley 5082. En nuestra provincia, como en el resto del país, rige aún la vieja ley 23.548, que mantiene las asimetrías en la asignación de los recursos financieros.
Recordemos que este año se cumplen treinta años de la Reforma Constitucional de 1994, en la cual se dispuso, según el artículo 75 inciso 2 apartado segundo, el dictado de una ley de coparticipación Federal, lo cual nunca ocurrió hasta el presente y es una asignatura pendiente. En realidad quien insiste políticamente desde que asumió como gobernador de Salta y agita permanentemente la bandera del federalismo es Gustavo Sáenz. Nadie como él ha insistido e insiste tanto sobre este tema. Eso así: en la más absoluta, dado que en Salta se predica una cosa y en Buenos Aires otra. Particularmente aquellos que aquí quieren coparticipar, a sabiendas de las enormes dificultades financieras que atraviesa la Nación y de los denodados esfuerzos que vienen haciendo los gobernadores y en especial el de Salta por mejorar y morigerar las continuas quitas que han sufrido las provincias con motivo del ajuste económico que lleva a cabo el gobierno nacional como forma de bajar la inflación. El proyecto del tándem Gauffin – Sierra encaja en una lógica mezquina y cínica a la vez, porque lo que busca en realidad es disociar la administración central de la provincia, con el reparto de recursos que, como se sabe, es un delicado equilibrio que mes a mes debe realizarse para que a ninguno de le falte lo que le corresponde.
No es en los momentos de crisis prácticamente terminales donde deben plantearse proyectos demagógicos de pago chico, evidentemente propios de una casta que predica una cosa y hace otra. En ningún caso, los legisladores nacionales del PRO acompañarían semejante iniciativa, porque de replicarse en provincias administradas por esa agrupación política, rápidamente se tornaría inviable cualquier programa de emergencia y equilibrio. Pocos gobernadores han bregado tanto, como Gustavo Sáenz para gestionar fondos genuinos para Salta, sin que jamás se lo haya acompañado en esta tarea que supera largamente las contiendas políticas locales, sino que tiene dimensión provincial con miras al desarrollo productivo y de infraestructura provincial. Lógicamente, sólo estos dos legisladores pueden presentar una iniciativa semejante, cuando saben que ni en su propio partido les recomendarían embarcarse en una aventura que va directamente a contramano de la realidad. Basta para ello reflexionar sobre lo que ocurrió hace pocos días en la audiencia celebrada en la Corte suprema de Justicia de la Nación en donde no tuvo ningún éxito la conciliación prevista entre el Ministerio de Economía de la Nación y la jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, quien pretende que se le giren recursos que se les debe ¿Porqué lo que no funciona en buenos aires se lo quiere imponer en Salta? La ciudad de Buenos Aires, más allá de que la deuda que reclama judicialmente le corresponde que se le pague, según la actual ley de coparticipación, es uno de los estados que más recauda y por consiguiente dispone de mayores recursos. No existe correlato solidario con el resto de las provincias que deben paliar sus escasos recursos más con ingenio que con refuerzos. Por eso es que en las circunstancias actuales se requiere grandeza en los espíritus y postergar las ambiciones personales en pos del bien común; por la sencilla razón de que la crisis golpea a todos los argentinos y es el momento de que la solidaridad sea la única moneda aceptable ante la codicia de algunos. En cualquier caso, este tipo de actitudes no ayudan a que los municipios cuenten con más dinero, sino que los siguen sumergiendo en la inopia por no que querer aunar esfuerzos para que se dicte una nueva ley de coparticipación federal, tan necesaria para todas las provincias argentinas.