Mientras la situación del norte provincial no amaina, casi en forma diaria aparecen hechos que agradan la preocupación y la penetración ya indisimulable del narcotráfico a todos los niveles. Desde que tomaron estado público las actividades ilegales de los jueces Laurenci y Parisi, hasta que este último fue finalmente enjuiciado pasó un año largo. Lleno de explicaciones. Ninguna convincente. Orán ya arrastraba el antecedente del juez federal Reynoso a quien se sumó años después el fiscal federal Bruno. Aunque todos sabían que era imposible que el fiscal no supiera lo que hacía el juez. En fin. Lo único cierto es la vieja y remanida frase de Perón: la única verdad es la realidad ¿cuál realidad? La que nadie quiere ver y entonces quienes tiene la responsabilidad de actuar, o miran para otro lado, o pretenden hacer política con un tema que puede condicionar seriamente el futuro inmediato de Salta.
Emilia Orozco, por dar un caso, despotrica contra las acciones de la policía de la Provincia como una suerte de muletilla aprendida casi de memoria frente a un espejo ¿Qué hizo de su parte para gestionar mayores refuerzos para que aumenten los efectivos de Gendarmería Nacional? La del pescado: nada. Eso sí, grita se enoja y sobreactúa. Otro tanto le cabe a su colega, el bigotón Carlos Zapata. Acostumbrado a las grabaciones, intrigas y chismes por doquier, no se le conoce un solo proyecto sobre zonas de frontera ni sobre narcotráfico. Mucho menos, una declaración o manifestación, o cuando solicita cuestiones de privilegios cuyos chistes solo él entiende ante una Cámara de Diputados que no le tiene mucha paciencia a su reducidísimo sentido del humor. Emiliano Estrada vive enojado últimamente, porque atribuye todos sus males al gobierno provincial. Casi que nació culpa del gobierno provincial ¿Y de propuestas? ¿No se enoja? En los tres años largos que cumplirá en la Cámara, nunca se inmutó ni demostró interés alguno en lo que sucede en el norte provincial. Se tomó a pecho, porque es más fácil, que el tráfico de drogas y sus mafias son problemas provinciales. Es como que: de eso no se habla. Directamente.
Vamos para el lado del Senado. El senador con los bigotes estilo figurón del Siglo XIX, don Juan Carlos, torcidos por bigoteras en la punta, parece que mejor le queda recurrir a imitar retratos de hace más de un siglo que los problemas presentes. Nunca fue de su mayor interés involucrarse en temas vinculados a la lucha contra el narcotráfico. Es más, cuanto más lejos mejor. Las veces que en el Senado apareció el tema de la droga, como por ejemplo cuando lo introduce la senadora Carolina Losada, el príncipe Juan Carlos prefiere mirar para otro lado. Con media sonrisa les dice a sus íntimos: la chica esta nos trae problemas de Rosario. Increíble pero cierto. El Oso Napoleón, más conocido como Sergio Leavy ha visto engrosar notablemente su billetera y patrimonio los últimos años, pero jamás se le ha conocido que esboce un comentario sobre el tema narcotráfico. Esa gilada es para otros, le achacan haberle oído a Leavy y su colega Nora del Valle Giménez, parece persignarse cuando la requieren que opine, pero de llevar adelante gestiones, ni hablar. Así estamos. Con dos jueces presos, con otros dos enjuiciados y con la droga que atraviesa hora no solamente todas las capas de la sociedad sino que empiece a introducirse en el poder. Y ya se sabe que cuando entra por ahí, es difícil que salga.
Que curioso que la nota ignore completamente a los también diputados (oficialistas en la provincia) Pablo Outes, Pamela Caletti y Yolanda Vega, además del nuevo libertario Julio Moreno. Será que para ellos no corre la misma vara? O será el poder de la pauta? Vaya uno a saber