Emilia Orozco, la esbelta diputada nacional salteña de voz atiplada y de tono pretendidamente doctoral, subió a la red TikTok un video que dejó preocupados a propios y extraños. No por las cosas que dicen que resultan conocidas hasta el hartazgo, sino con una posición que se volvió habitual en ella, y que recurriendo al ámbito del folclore podría encontrar similitud con la letra del Arriero de don Atahualpa Yupanqui, cuando dice: las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas; en el caso de Emilia sería: las penas son de los otros, las propuestas son ajenas. A partir de esa pequeña sutileza que hace una variación en la letra del Arriero vamos entendiendo cuál será su paso por la Cámara de Diputados de la Nación, donde dicho sea de paso ocupa la presidencia de la Comisión de la Libertad de Expresión. Algo parecido a que encierren una pantera con hambre con un par de ratoncitos inocentes. No es muy afecta a las críticas la longilínea diputada y mucho menos a lo que diga la prensa cuando se diferencia de sus extravagantes posturas. Tanto es así, que nadie sabe todavía para qué la hizo convocar a Romina Manguel allí. En todo caso, quedó en claro que no era para felicitarla ¿Era para amedrentarla? Es posible. En cualquier caso, consiguió que por su orden persecutoria, Manguel gane el Martín Fierro de este año y siga sin entender para que la mandó a llamar Orozco. Sorpresas te da la vida, cantaría Pedro Navajas.
En este caso mona con gillette. Refalosa en sus principios, aprendió rápido a esquivar acusaciones la diputada predilecta del sector aceitunero argentino; cuando fue la visita a los represores, dijo: yo no fui. Tras cartón se supo que era de las principales entusiastas a ir a hacerle caricias laudatorias al genocida Alfredo Astiz. Y gestora de un plan para que salgan a la calle y dejen la cárcel. Allí apeló al juego del gran bonete. ¿Yo señor? No señor. Sin embargo, en una de las listas que sus propios colegas de la Libertad Avanza mostraron quienes eran los impulsores, el apellido Orozco figura muy bien escrito.