Aquelarre

Un aquelarre es una reunión nocturna o junta de brujos y brujas, donde invocan al demonio para hacer maldades. Nada más parecido a lo que a veces ocurre en la política vernácula, donde los chamanes diablescos confunden traiciones con lealtades en igual proporción.

Y ni que hablar si el aquelarre se celebra en el norte. Mucho más, si explota como la panadería social, a la cual la ex alcaldesa Bettina Romero desconoce hasta sus parientes con tal de no quedar chamuscada por los fatuos de la brujería. Y si se le suma a los funcionarios que decidieron hacer almacenamiento de lo que debería haber sido ayuda social rápida y efectiva, ni hablemos.

Otro tanto sucede con el recientemente apodado “aspersor”, el joven intendente con rasgos de avatar Franco Hernández Berni. Parece que le dicen así, porque tira chorros para el saencismo, el romerismo, el urtubeycismo  y hasta para su suegro el ex juez caído en desgracia Raúl Reynoso. También parece que tira algún chorrito para el otro lado de la frontera y él cree que nadie se da cuenta porque no se moja. Franquito se pasa de vivo a veces, de ser leavydependiente a jugar de libero tiene algún costo ¿Estará dispuesto a pagarlos? El centenario de Tartagal podría hacerlo pensar un poco en los aquelarres que arma. Muchos brujos y pocas nueces, opinan algunos entendedores de armar el fuego.

Hablando de Tartagal, otro todoterreno que asoma al aquelarre es el diputado todoterreno Omar Exeni. El pibe Tic Toc que te bailo, por su recordado pasito al costado en el recinto explicándole a la gente de que se trata su oficio, es otro que se las trae. Mientras pone cara de alfajor teucode dulce de leche y pestañea rapidito nomás, se acerca a tantos como pulpo que lo están por pescar. Larga manotazos para ver de dónde se puede agarrar mejor. Ese dúo en realidad es un trío, al que se asoma Lucas Sisneros, a quien le debemos un epitafio: aquí yace un concejal/que hizo poco bien y mucho mal/el mal que hizo, lo hacía bien/y el que bien que hizo, lo hizo mal. Ese trío los panchos de la política salteña, convertido en aquelarre conspirativo podría haber sido un buen ejemplo de la caza del chumuco. Hace muchos años, los viernes a la noche por Canal 11, cuando era el único de Salta, aparecía en pantalla don Juan García Michel, un flor de tipo, que daba consejos a cazadores y pescadores y se caracterizaba por explicar la pesca del chumuco.

Dicen que el chumuco, cormorán, cuervo de agua o biguá es un ave que sabe posarse en piedras o arbolitos o bien para detectar el peligro o de lo contrario para acomodarse según sus conveniencias. El chumuco es un pajarito inocente. Los pajarracos del aquelarre son parecidos al chumuco por lo acomodaticios y aprovechadores del ambiente circundante, pero se parece más a las aves carroñeras que cuando descubren cualquier desperdicio ahí se asoman a picotear. Es que la naturaleza tan pura y tan ilustrativa, no muestra buenos ejemplos comparables por oposición con las prácticas de los bípedos homínidos habitantes de alguna fauna política. Son los homínidos rapaces, capaces de sentarse en cualquier mesa o cualquier silla, con tal de sacar provecho. De lealtades ni hablemos. De Romero tampoco. Mejor.