El tiempo del Milagro suele deparar diferentes sensaciones. Desde la congregación espontánea de miles y miles de peregrinos que vienen desde los rincones más recónditos de la provincia a expresar su fe, hasta el rezos piadosos de fervorosos creyentes que día a día van con sus novenas pidiendo por la esperanza de sus vidas. También el tiempo del Milagro permite que se conozcan algunas andanzas de personajes que se aprovechan de esa temporada mística e inigualable que tiene Salta y se proyecta al mundo. Y a las multitudes de peregrinos a los que sólo los moviliza la fe, nada más y nada menos, le circundan ciertos seres que inexplicablemente han tenido un ascenso meteórico y quieren más poder y más dinero. Sin límites.
Hace poco tiempo se celebraron las elecciones en la Caja de Abogados de Salta. Como pocas veces se vio en la historia de esa institución, que teóricamente debe pagar jubilaciones y pensiones a los abogados, actualmente miserables, muchos votantes se dieron cita. No era únicamente el afán por participar de la elección. Lo que querían es un cambio total de conducción y de conductores. En definitiva, querían empezar a ponerle fin a las innumerables piruetas de Eduardo Romani, aquel abogado que desde hace más de una década monopoliza, a su propio provecho, la conducción del Colegio de Abogados y también la de la Caja. Lo que colmó la paciencia fue el enorme defalco, todavía no debidamente cuantificado, en su gestión en la Caja de Abogados. Y más preocupante aún es que la Dra. Julia Toyos que ganó en forma abrumadora los comicios, prometió como único tema de campaña que realizaría inmediatamente una auditoría sobre la gestión Romani, lo que hasta la fecha no sucedió. Parecería haber quedado en simple promesa electoral y el foro espera ansioso saber porqué una institución que recauda una considerable cantidad de dinero mensual, paga jubilaciones misérrimas. Quienes fueron a votar que rebalsaron las instalaciones de la Caja y estuvieron en la vereda esperando el resultado de los comicios, lo único que quieren es que esa auditoría se haga. Las razones son muchas y sobran. Tampoco se sabe qué ocurrió con la causa judicial de la defraudación a la Caja.
Romani saltó a la fama, durante el gobierno de Juan Manuel Urtubey, de la mano de Rubén Fortuny. Lo que parecía ser una sonrisa amable y hasta inocente, pronto se aventuró como los dientes de una hiena. En la primera campaña que encumbró al abogado sonriente a la cúspide del Colegio de Abogados no se ahorraron recursos. Varios memoriosos recuerdan que Fortuny le dijo que prometiese casas y que el IPV las adjudicaría. Si eso sucedió realmente así, o no, es una incógnita o un secreto guardado bajo siete llaves. Ya se sabe que Fortuny no fue muy cuidadoso con los dineros públicos. Es uno de los principales involucrados en la estafa de la causa conocida como “La Ciénaga” que tiene al senador nacional Juan Carlos Romero, como el principal involucrado. Tanto a Fortuny como a Romani se les atribuyen estrechos vínculos con círculos masónicos, lo que le pone más misterio a la historia como una suerte de Código da Vinci salteño. No es inocente este título del afamado escritor Dan Brown, si se piensa que Romani además de ser decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, es el abogado personal de monseñor Mario Antonio Cargnello en la causa que se le sigue por violencia en contra de las monjas carmelitas. Tal vez Dan Brown debería hablar como Romani, para que le explique cómo se hace. Iglesia, masonería, conventos, dinero, intrigas, poder. Todos los condimentos para un buen best seller, nada más que con hechos reales en este caso ¿No se sabe quién es Romani en los reservados círculos eclesiásticos?
Como si todo eso no alcanzara, en fuentes penitenciarias trascendió que un sicario de nacionalidad boliviana, eligió a Romani para que lo represente como abogado – así tal cual como lo leyó – y haga que el sonriente abogado amenace en nombre del narco asesinoen una causa en la que se busca expulsar a una mujer y sus hijos de una humilde vivienda ubicada en la zona sudeste. Las amenazas no fueron implícitas, sino explícitas, modo mafia: o te vas o viajás. Así de sencillo. Si bien toda persona merece tener un defensor de su confianza, parece horrible que el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica y abogado de Monseñor Mario, sea a la vez el letrado y obediente mandamás de un peligroso asesino narcotraficante. Teléfono para Dan Brown.