Un tema del que poco se habla y nada se hace.
Los costos de criar a un niño, niña o adolescente van más allá de los gastos básicos de alimentación, vestimenta y techo. Cubrir sus necesidades de atención médica, educación, transporte, actividades recreativas y demás cuidados especializados implica una pesada carga económica que suele recaer completamente sobre la madre.
A menudo se pasa por alto el impacto desproporcionado que tienen en ellas la responsabilidad de asegurar el bienestar de sus hijos, mientras enfrentan obstáculos como la brecha salarial, la discriminación laboral y la falta de políticas de apoyo adecuadas.
Esta situación se agrava aún más cuando las cuotas alimentarias no se cumplen. Las mujeres se ven obligadas a asumir la totalidad de los costos de crianza, lo que lleva a situaciones de precariedad económica y vulneración social. Además, el incumplimiento de estas obligaciones tiene efectos devastadores en la vida de niños y niñas, privándolos de recursos esenciales para su desarrollo y bienestar.
Estas obligaciones y los montos a pagar por cuota se determinan de acuerdo con el Código Civil y Comercial de la Nación (Art. 658 y 659) y el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Frente a esta realidad, cabe preguntarnos: ¿A cuántos realmente les importa la situación precaria que atraviesan miles de hogares encabezados por mujeres? Al parecer, a muy pocos cuando se trata de hacer algo contundente al respecto.
El incumplimiento de las cuotas alimentarias por parte de los Organismos Públicos refleja una falla en el sistema de protección social y una falta de compromiso con los derechos humanos y de género. Es fundamental que los Organismos asuman su responsabilidad en el cumplimiento de las cuotas y adopten medidas concretas para garantizar su efectiva implementación.
Recordemos el proyecto que propuso en campaña electoral la diputada nacional de La Libertad Avanza, Lilia Lemoine, para que los varones puedan “renunciar a la paternidad”. ¡No podíamos esperar otra declaración de la diputada que desprecia nuestro género!
Esta realidad inaceptable no puede seguir siendo ignorada. Como sociedad, tenemos la obligación ética inaplazable de acompañar y respaldar a estas mujeres. De garantizar que ningún niño o niña quede desamparado ni con sus derechos básicos insatisfechos. Es una deuda pendiente que no podemos seguir postergando.