Dos miradas opuestas para un mismo problema 

La Semana que termina no fue lamás feliz para el presidente Javier Milei. Pese a que el mandatario estáconvencido que hay un sector mayoritario de la opinión pública que lo apoya pesea las innumerables contradicciones de su gobierno, empiezan a salir a lasuperficie algunas cuestiones indigeribles para la sociedad.

En el Foro LLao LLao dijo
textualmente: el que fuga dólares es un héroe, porque logró escaparse de las
garras del Estado.

Puesto en boca del presidente de la Nación, suena, como
mínimo, preocupante semejante afirmación. Pero la otra cuestión que caló hondo en vastos sectores sociales es la indiferencia y desprecio por la expansión de la epidemia de dengue, hasta ahora desconocida en la Argentina.

De boca de su recientemente ascendido vocero Manuel Adorni, el gobierno señaló que es un problema de las provincias. Es de decir, El Estado nacional ausente, por toda respuesta.   

En cambio al gobierno si lo preocupó el tema de la medicina prepaga, que en realidad cubre solamente el 11,4% de la población. Contra el 41% de las Obras Sociales.

En su columna dominical publicada en el diario La Nación, Joaquín Morales Solá dijo que: La desregulación de los
precios de la medicina privada no solo fue un artículo clave del DNU 70. Se exhibía como una demostración empírica
de las tesis libertarias.

En enero, en Davos, Milei condenó toda intervención estatal en la formación de precios y afirmó: “So pretexto de un supuesto fallo de mercado se introducen regulaciones que lo único que generan es distorsiones en el sistema de precios,
que impiden el cálculo económico, y en consecuencia el ahorro, la inversión y
el crecimiento”.

Hasta hace un mes el vocero Manuel Adorni defendía la liberación de
precios de las prepagas: “Vos no podés vivir en un país distorsionado. Detrás de un precio regulado, del otro lado tenés escasez”.

Dos semanas atrás, ya lanzado a
frenar los aumentos que agujerearon los presupuestos de la clase media y media
alta, Milei dijo que él no aprieta empresarios con “una pistola sobre la mesa”, como hacía Guillermo Moreno,
pero que iba a convencerlos con argumentos fijar precios con criterios
razonables.

Por consiguiente para el gobierno no fue importante ni la epidemia de dengue, ni la falta de atención en los hospitales públicos, sino comprobar que el mercado no regula la economía, como tantas veces machacó Javier Milei. Debió regularla el propio Estado, al que aborrece.

Mientras tanto, como si para el gobierno nacional el interior del país, no existiese, el gobernador de Salta continuó con su cruzada para que los extranjeros paguen la atención en los hospitales públicos
argentinos.

La medida de Gustavo Sáenz parte de la base que la primera solidaridad debe comenzar por el pueblo argentino, ávido de que pueda sanarse de sus dolencias sin tener que competir por la gratuidad.

Al mismo tiempo se conoció que en Salta bajó el 40% la asistencia a consultorios médicos de parte de ciudadanos que padecen algún malestar o enfermedad, lo cual es revelador de hasta dónde llega la recesión y la emergencia social.

Por cierto que, temas de
esta sensibilidad humana, no figuran ni en la agenda, ni en el pensamiento de
los eufóricos y selectos empresarios que aplaudieron a rabiar a Milei cuando
descerrajó su exabrupto por la fuga masiva de dólares ante la crisis.  Dos miradas absolutamente opuestas sobre la realidad de un mismo país.

Y mientras todo esto sucedía, los trolls del
gobierno se ocuparon de graficar roedores sentados en las bancas del senado, ante el inoportuno aumento de sus dietas; lógicamente con la utilización
mediática consiguiente. Nadie desmintió que el presidente sabía de esta suba antes de que se produjera.

En cambio nada dijo que el Poder Ejecutivo nunca retrotrajo el aumento que le significó echar a dos funcionarios fusibles y repetir la fórmula con las ascensos salariales de Karina Milei, Manuel Adorni y sus hermanos, Eduardo Serenellini, – probablemente por su infinita capacidad de obsecuencia – entre otras beneficiados, que obviamente no son considerados
castas.

Dos miradas de un país sin obra pública, sin atención primaria del dengue, con salarios congelados y con desfinanciamiento de las universidades como método de sometimiento a ciudadanos que todavía aplauden.  


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