El papa Francisco visitó este domingo una remota comunidad en medio de la selva en Papúa Nueva Guinea, donde instó a poner fin a la violencia y a la “superstición y la magia” que empañan un lugar que comparó con el Edén. El viaje es parte de una gira de 12 días por el sudeste asiático y Oceanía, la más larga y remota de su papado. Ataviado con el tradicional tocado de plumas de ave del paraíso, pese al intenso calor tropical, describió “el grandioso espectáculo de una naturaleza rebosante de vida, que evoca la imagen del Edén”. Francisco fue recibido como invitado de honor por miembros de la tribu local, que interpretaron un baile tradicional vestidos con tocados de plumas, pulseras de conchas y hojas, y el cuerpo recubierto por ornamentos de pintura.
El papa dio las gracias a los miles de personas congregadas, algunas de las cuales caminaron o navegaron durante días para asistir a la cita y elogió las “sonrisas contagiosas” y la “alegría desbordante” de los niños. Pero también describió el lugar como un paraíso turbulento y pidió “vencer las divisiones personales, familiares y tribales”, así como “expulsar del corazón de las personas el miedo, la superstición y la magia”. Estos y otros males, dijo, “aprisionan y hacen infelices a tantos hermanos y hermanas, también aquí”. Más del 90% de los 12 millones de habitantes de Papúa Nueva Guinea se declaran cristianos, y alrededor de una cuarta parte son católicos. Pero la religión coexiste con una panoplia de creencias, costumbres y ritos locales, algunos de los cuales desatan un fervor sangriento.
Algunas zonas de Papúa Nueva Guinea sufren violencia tribal vinculada a creencias profundamente arraigadas sobre la existencia de la brujería. En las aldeas, las turbas acorralan sistemáticamente a los que son falsamente acusados de magia negra, generalmente mujeres, y los asesinan en horribles calvarios. Investigadores australianos estiman que este tipo de violencia ha dejado unas 3.000 muertes en los últimos 20 años.
El papa instó a los fieles a hacer frente a estos estallidos de violencia y a rehacer la imagen de su nación. Hagan “famosa a Papúa Nueva Guinea no sólo por su variedad de flora y fauna, sus encantadoras playas y su mar cristalino, sino también y sobre todo por las personas buenas que allí se encuentran”, insistió el jesuita argentino. Muchos papúes esperan que la visita del papa pueda transformar a su nación. Francisco celebró previamente una misa al aire libre para 35.000 personas en la capital, Port Moresby.