El niño padece una enfermedad por lo que se encuentra internado desde su nacimiento. Nunca salió del Hospital pues su enfermedad le impide desarrollar una vida autónoma lejos de la supervisión médica. La familia del menor lo abandonó apenas nacido por lo que se declaró la situación de adoptabilidad judicial realizándose una convocatoria nacional para postulantes. Nadie se presentó.
Mientras fracasaba la convocatoria nacional una joven enfermera que trabaja en el nosocomio fue construyendo un particular lazo de afecto con el niño. El niño la reconoce cuando llega e incluso le reclama si es que no va. Y la familia de la joven mujer también se involucró y comenzó a visitar al niño periódicamente.
Ella comenzó a ocuparse de sus necesidades comprándole ropa y juguetes entre otras cosas. Incluso lo bautizó ocupándose de realizar trámites y gestiones para la salud y bienestar del niño. Por su profesión la mujer conoce las circunstancias de la salud del pequeño y el corto pronóstico de vida a consecuencia del diagnóstico médico.
La mujer solicitó adoptar al niño como familia monoporental pues su novio trabaja en Tartagal y no podrá acompañarla como guardador.