Fuego contra fuego

La tarde noche del viernes no se presentaba fácil. Ráfagas de viento racheado, un frente de alta presión más una humedad próxima al 5% hicieron temer que, al igual que lo sucedido en 2022, luego de fuertes heladas invernales más la sequedad reinante se propagasen los incendios en forma indiscriminada por el Valle de Lerma. Sí debe señalarse que las alertas ignífugas en Salta han comenzado a funcionar de manera razonable y adecuada, precisamente para evitar la multiplicación de frentes de combustión y lo que ocasiona ese fenómeno.

En ese sentido, no sólo se observa un claro aprendizaje en el manejo del fuego, sino también una adecuada prevención. Defensa Civil es de ésas áreas que se mantiene en calma, en forma casi continua, hasta que algo se dispara o sucede súbitamente: entonces es cuando deben desplegarse todos los recursos necesarios para prevenir, sofocar o controlar, fenómenos naturales o accidentales que pudieran producirse. La competencia es nacional, provincial y municipal, de manera conjunta, lo que a menudo se olvida, como ocurrió con el incendio en el cerro San Bernardo de 2022, en el cual el gobierno provincial asumió en plenitudla extinción de las llamas, que en ese momento alcanzaron más de seis metros y una voracidad pocas veces vista. En aquella temporada, dominada por una sequía histórica y devastadora el fuego asomó con furia en el mes de noviembre y además del Valle de Lerma se focalizó en Orán, donde finalmente el Estado Nacional colaboró ante una situación desesperante, pero afortunadamente sin ninguna víctima.

A quien se vio activo y presente la tarde noche del viernes, pese a que había tenido una nutrida agenda durante todo el día, por la visita del Ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, fue al gobernador Gustavo Sáenz. Al igual que lo hizo en 2022, donde multiplicó sus esfuerzos recorriendo y prestando ayuda personal a los rescatistas y brigadistas que por cientos debieron apostarse en la lucha contra la voracidad de las llamas, el gobernador, en absoluta soledad, fue no solamente a interiorizarse sino a dar aliento a quienes estaban trabajando. Este tipo de actitudes son sumamente valoradas en los cuarteles de bomberos y en las brigadas de Defensa Civil, como también en el personal del Ejército Argentino, que una vez más acudió a sumarse en una emergencia. No son muchas las accione ssolidarias en torno a quienes manejan emergencias.

No es común, ni mucho menos frecuente que un mandatario se ponga al hombro este tipo de coyunturas, en las que se sabe como comienzan, pero nunca como terminan ni las derivaciones que pueden tomar. Si algo hay ingobernable de los fenómenos naturales es la conjunción entre el viento y el fuego. Y mucho más cuando los meteoros se dan en forma racheada, porque además de aumentar el tamaño de las llamas las  dispersa en cuestión de segundos. Sí sería auspicioso que estas actitudes se repliquen porque más allá de la vocación de servicio del gobernador ante fenómenos, que por diferentes motivos, en temporadas invernales donde se suman fuertes heladas con días posteriores de bajísimo porcentaje de humedad, la posibilidad de que se produzcan fogonazos de estas características son muchas.

Acaso ese compromiso del gobernador interpela a muchas gestiones que pueden mejorarse cuando en realidad, cada día, metafóricamente, ante la crisis hay muchos incendios que apagar para que la gente esté mejor. Tal vez teniendo presente que siempre al fuego se le opone el contrafuego, sirva como una motivación que la imagen que ayer se vio de Sáenz, merece además del elogio, la imitación del camino a seguir.