Gestión eficiente en contra de la violencia

En medio del vendaval de noticias asombrosas que sacuden al país, a raíz de la denuncias por violencia de género que realizará la ex primera dama Fabiola Yáñez, distintos sectores que van desde el presidente de la Nación hasta el otro extremo del arco ideológico se han pronunciado,  desatándose una serie de polémicas de inusitada virulencia y pirotecnia verbal. De pronto, como si se hubiese corrido el telón de un escenario macabro, aparecieron a la luz pública una serie de hechos que superan a la ficción. Es que en la Argentina actual, lamentablemente, la realidad supera largamente a la ficción. Las noticias argentinas acaparan la atención de los medios de comunicación de la región, y, tienen mayor repercusión que las propias informaciones locales de otros países.

La cuestión de género apareció como uno de los ejes centrales del gobierno de Alberto Fernández y hoy está en el ojo de la tormenta. No la noción de de género en sí misma, sino algo que se hizo carne hace mucho tiempo y que definitivamente la sociedad en su conjunto ha decidido desterrar que es: la hipocresía. No se puede pregonar desde el más alto sitial de la República que se combate la violencia contra las mujeres y de retorno al hogar someter a su cónyuge a vejámenes y castigos que, sin duda alguna, echan por tierra cualquier aparente buen propósito y noción de humanidad e integridad. No es que solamente hay que ser sino parecer. Es mucho más profundo, es como aquel viejo proverbio: dime de qué presumes y te diré de qué adoleces. No se registra un antecedente igual en la historia argentina, aún cuando en épocas no tan lejanas hubo fuertes rumores en ese sentido, en otra pareja presidencial. La memoria nunca debe ser todo el olvido que nos queda, sino una enseñanza de vida. Sobre todo que la convicción para desterrar la violencia contra las mujeres es un objetivo ético inclaudicable e irrenunciable.

Fiel a su estilo cauto, sin hacer alarde, el gobernador de Salta prefirió no involucrarse en las sobreactuaciones y polémicas que se desataron con los episodios de violencia que habría sufrido la señora Fabiola Yáñez, sino que se dirigió directamente a la Secretaría de Justicia de la Nación, para entrevistarse con su titular Sebastián Amerio, un funcionario que demuestra una sensibilidad federal mucho mayor que la  del titular de esa importante cartera. La respuesta de Sáenz ante la vergüenza internacional de que en la más alta magistratura nacional se haya producido un episodio de violencia contra una mujer, fue la de gestionar de manera inmediata una ingente cantidad de dispositivos electrónicos para proteger a las víctimas de la sevicia y la brutalidad de los violentos que acometen sin miramientos contra la integridad física y mental de las mujeres, de manera tal que las prohibiciones de acercamiento no sean ilusorias, sino efectivas, a la vez que se asegure su cumplimiento. Sáenz está convencido que los hechos son muchos más elocuentes que las palabras.

La dotación de dispositivos, cuya remisión se acordó para los próximos días, cuentan con un transmisor para la víctima y una pulsera o tobillera de rastreo para el agresor, lo que contribuye tanto la seguridad  como a la prevención de la agresión, con una frecuencia de monitoreo a realizarse en la modalidad 24/7, es decir los siete días de la semana. La vigilancia electrónica ayudará también a que la acción de la justicia especializada en violencia de género pueda contar con un elemento de primera generación de alcance preventivo y eficaz, de tal suerte que las decisiones judiciales dictadas en la materia den tranquilidad a las víctimas y sirvan para prevenir y castigar a los eventuales agresores y transgresores de las prohibiciones de acercamiento. Una vez más Gustavo Sáenz, en silencio y con plena convicción, eligió la gestión eficiente a las polémicas estériles.

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