Haciendo caja

Un hecho muy importante en el mundo de la abogacía sucedió días pasados, porque marcó un claro cambio de tendencia, después de varios años de poder omnímodo y discrecional, con el aplastante triunfo de la lista Transparencia, encabezada por la Dra. Julia Toyos en contra de quien pretendía seguir controlando “a piacere”los destinos de la Caja de Abogados de Salta, Eduardo Romani. Los memoriosos no recuerdan una afluencia semejante de abogados votando hasta el final de la jornada electoral, ni el interés por controlar los datos del escrutinio, ante la sospecha de alguna maniobra de último momento de parte del propio Romani. Es que 24 horas antes de la elección, la lista de Toyos estuvo a punto de solicitar la suspensión de los comicios, ante posibles anomalías en la confección el padrón, presumiendo que la derrota de Romani sería inminente y contundente. No debe olvidarse que lo que sobraban ese día eran motivos fundados de sospechas para enturbiar la elección, a como dé lugar.

​Lógicamente, entre y junio y julio del año pasado la prensa se hizo eco de un monumental fraude cometido en la Caja, que según se dijo en aquel momento, alcanzaba la suma de ciento veinticinco millones de pesos. Tal como se lee. Actualizada esa suma a un año después, los números son todavía más impactantes. Como suele ocurrir en estos casos, la acción de la justicia fue particularmente tímida y terminó siendo detenido un empleado administrativo de baja jerarquía, mientras los responsables de la institución o miraron hacia otro lado, o en la peor de las conjeturas, borraron todas las pruebas que acreditaban el fenomenal e intencional vaciamiento. Romani viene controlando los destinos del Colegio y la Caja de Abogados desde hace más de una década. Al inicio, se le atribuyeron éxitos como la construcción de una nueva sede en Ciudad Judicial o el salón de fiestas sobre la autopista del oeste, pero junto con esto se fue introduciendo en diferentes ámbitos, con actuaciones que, invariablemente, despertaron serias sospechas.

​ Desde su incorporación al Consejo de la Magistratura o su meteórico ascenso, traición mediante al ex decano Omar Carranza que fue quien lo llevó, a la silla del decanato de Ciencias Jurídicas, en la Universidad Católica de Salta. No se quedó conforme con esto y además de ir diseñando a su antojo la plantilla de profesores, siempre a cambio de algo, logró convertirse en el mismísimo abogado defensor de monseñor Mario Antonio Cargnello, sin contar con pergamino alguno en materia penal, ni que se le hubiese conocido ninguna defensa en esta materia. Así cobró protagonismo en las denuncias por violencia de género que las monjas carmelitas le iniciaron al prelado y lo tuvieron en el foco de la tormenta. Pocos entienden a la fecha, cómo Romanipuede ser decano de la Facultad y abogado defensor de Cargnello a la misma vez. Sus declaraciones en esta causa se muestran más proclives a salvar su imagen, que la de cuidar a su defendido.

No obstante la conquista de todos estos botines, Romani nunca se quedó tranquilo. Desde un desmesurado crecimiento económico, el hombre de la media sonrisa constante no se quedó quieto. Intentó por todos los medios a su alcance llegar a la Corte de Justicia de Salta, con propuestas de distinta índole, que nunca dejaron de sorprender por su falta de escrúpulos. Fracasado este objetivo, colocó a su delfín Sergio Díaz Lenes al frente del Colegio de Abogados, traicionando a todos su amigos que lo encumbraron en su momento a la presidencia de la prestigiosa institución y él fue por la meta que le faltaba: la Caja de Abogados. Una vez sentado en su poltrona, al igual que antes lo había hecho en el Colegio, comenzó a disponer a su antojo del patrimonio social, como si fuera su propia billetera, lo que finalmente eclosionó con una denuncia que inexplicablemente no fue ni siquiera investigada, debido a que las responsabilidades pudieron haber deparado enormes sorpresas. Nadie creyó que un empleado que recibía órdenes pudiese haber sido quien vació la caja. Luego la justicia salteña no se explica el porqué de su bajo porcentaje de credibilidad en las encuestas de satisfacción ciudadana. Finalmente, el foro se unió y dijo basta y en una elección desbordante de participación la lista opositora, prometió una auditoría. Esa promesa es la que le dio el triunfo apabullante. Los asociados esperan saber finalmente la verdad, que los responsables pague y que la Caja no sea una entidad de abultado patrimonio y jubilaciones miserables. El tiempo lo dirá.