Historia entre páginas

Jorge René Morales tiene un kiosco de diarios y revistas en la esquina de Caseros y Buenos Aires, frente a la plaza nueve de Julio. En una entrevista para Salta Va, nos contó que empezó como canillita, vendiendo diarios en la calle desde los 8 años junto a su padre Alberto Morales, quien le enseñó el oficio. Comenzó vendiendo por los barrios y de a poco se fue animando a llegar al centro. A los 13 años aproximadamente conoció al señor Atilano Agudo, amigo de su padre y primer dueño del puesto de diarios y revistas de Caseros y Buenos Aires. Jorge empezó a trabajar allí como ayudante; iba a las distribuidoras y colaboraba en el trasporte de los diarios y revistas que llegaban desde Buenos Aires. También cumplía con la tarea de entregar diarios a los clientes que solicitaban entregas a domicilio. Jorge René Morales tiene 56 años, es decir que hace más de 40 años que se mantiene en el rubro.

Una vez que don Atilano Agudo se jubiló, tomó la decisión de pasarle la posta a Jorge. Lo eligió por la confianza que le tenía y por la amistad forjada tanto con el padre de Jorge, como con él. Nos cuenta que don Agudo, en un gesto de reconocimiento y amistad, consideró pedirle que continúe con la tarea; cosa que él aceptó de inmediato. Aún hoy cuando recuerda en la charla al señor Atilano Agudo lo sigue nombrando como don Agudo, hace uso del usted, símbolo de respeto y reconocimiento en nuestras provincias. El cariño y la amistad construida trascendió generaciones.

A Jorge le gusta su trabajo, aunque reconoce que es sacrificado mantenerse activo de domingo a domingo. En su trayectoria laboral, pudo conocer a personalidades destacadas de la cultura de salta. Nos cuenta que conoció a Gustavo Cuchi Leguizamón, a quien recuerda a cada instante, ya que a lado del kiosco colocaron su escultura. En ese sitio, turistas y salteños aprovechan para fotografiarse con la emblemática figura. Nos relata que el Cuchi se sentaba en una mesa de El Farito, un local gastronómico de la recova del cabildo, otro ícono de nuestra historia ciudadana, un lugar especial que lamentablemente cerró sus puertas en el año 2016, después de 49 años de funcionamiento. Mientras disfrutaba las empanadas famosas de El Farito, a pocos metros del kiosco, el Cuchi le decía “chango pasame el diario”, con esa voz gruesa y la tonada distinguida. También comenta que otra clienta destacada, fue doña Catu, viuda del poeta Manuel J. Castilla a quien le dejaba el diario en su casa.

Jorge dice que lo que más le agrada de su trabajo es el contacto con la gente. Tiene muchos clientes con los que conversa, no solo de temas laborales, sino de la vida en general y eso valora mucho. Puede confiar en ellos, siempre le regalan tiempo para una charla y brindarle un consejo o una palabra amable. A muchos los considera amigos, y enfatiza que pudo lograr esas relaciones gracias a su trabajo y al paso del tiempo. Por último, dice que a algunos de sus clientes los conoce desde que estaban en el vientre materno, los vio crecer y hoy los ve pasar como profesionales camino a sus trabajos, considera que eso es algo hermoso y que puede hacerlo por trabajar en su kiosco instalado en el corazón de la ciudad.

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