El rugir de los motores de los aviones podría ser reemplazado por un silencio ensordecedor en los aeropuertos argentinos. Pablo Biró, el combativo líder de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), lanzó una advertencia que hizo temblar al país: “Prepárense para el caos. Lo que han visto hasta ahora es solo el despegue de nuestras acciones”.
Esta amenaza no es una simple turbulencia pasajera. Surge tras un paro relámpago que dejó a 40,000 pasajeros varados y 300 vuelos cancelados el pasado fin de semana. Pero Biró, con la determinación de un piloto enfrentando una tormenta, asegura que esto es solo el principio.
“El gobierno quiere que volemos con las alas recortadas”, declaró Biró en una entrevista explosiva. “Nos ofrecen migajas mientras la inflación se come nuestros salarios. Necesitamos un aumento del 35% solo para no caer en picada”.
El conflicto alcanzó alturas estratosféricas cuando el gobierno, en un movimiento audaz, declaró al transporte aéreo como servicio esencial. “Es un misil dirigido contra nuestros derechos”, protestó Biró. “Llevaremos esta batalla a todos los tribunales necesarios, desde la justicia local hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
Mientras tanto, en las salas VIP del poder, el vocero presidencial Manuel Adorni contraatacó: “Los privilegios de los pilotos son un lujo que el país no puede permitirse”. Detalló beneficios que sonaron como ciencia ficción para el argentino promedio: salarios de hasta 10 millones de pesos mensuales, pasajes en primera clase para toda la familia, y hasta el día del cumpleaños libre.
“¿Inmorales? No, son nuestros derechos adquiridos”, replicó Biró, defendiendo cada cláusula del convenio colectivo como si fuera la caja negra de un avión.
El gobierno, con la privatización de Aerolíneas Argentinas en su radar, ve en este conflicto la oportunidad perfecta para ganar el apoyo público. “Quieren pintarnos como los villanos”, acusa Biró, “pero somos los que mantenemos a este país conectado”.
Mientras la batalla se libra en los cielos jurídicos y mediáticos, una pregunta flota en el aire: ¿Quién parpadeará primero? Con Biró amenazando con más paros y el gobierno atrincherado en su posición, los argentinos miran al cielo, ya no en busca de aviones, sino de una solución que parece tan lejana como las estrellas.