Las llamadas ciencias exactas deben su nombre a que admiten una precisión absoluta en sus resultados. O lo que es lo mismo, la suma de todos los números ante una operación aritmética determinada, no da lugar a varias interpretaciones, sino a una sola. Si se aplica a la lógica electoral de un escrutinio, gana el que más votos tiene y el total de toda la adición permite saber exactamente quien ganó y quien perdió. Bajo esas reglas de juego, es como funciona la renovación de autoridades en un sistema democrático. Y se aplica desde la elección presidencial, hacia cualquiera de los cargos electivos.
Ayer hubo comicios en Salta. Hubo varios hechos para destacar. Por ejemplo, cuando en Chaco, San Luis y Jujuy todavía no habían asomado los primeros cómputos, el Tribunal Electoral de la Provincia había computado el 92% de los sufragios, sin objeción alguna. Es decir que a las siete y veinte de la tarde (19.20 hs) ya se conocían exactamente las tendencias de los veintitrés departamentos de la Provincia. No hubo duda alguna. Unos minutos más tarde, en el bunker donde confluían los frentes oficialistas, un gobernador sereno y convocante debió explicar lo obvio. Y lo obvio fue que en toda la provincia el oficialismo obtuvo 276.078 votos contra 147.791 de La Libertad Avanza, es decir el 43% contra el 23% de los sufragios emitidos. Por cierto que tras seis años agitados de gestión por diferentes motivos, las cifras electorales fueron más que auspiciosas, como lo reflejaban en ese mismo momento los medios nacionales, sin excepción.
Como sucedió en mayo de 2023, la ciudadanía revalidó ampliamente la gestión de Gustavo Sáenz, coincidiendo con una nueva encuestas sobre los gobernadores provinciales, donde el mandatario salteño desde hace más de cuatro meses viene franca mejoría; esto es con un diferencial positivo en imagen. A diferencia de Chaco, el oficialismo provincial no hizo alianzas exóticas. Sino que mantuvo el abanico de más quince agrupaciones provinciales y vecinales que acompañan su mirada federal desde Salta.
Lo curioso del caso, es que habiendo renovado de manera abrumadora la mayoría de las bancas en ambas cámaras, y habiendo perdido únicamente en la Capital, los dirigentes locales de La Libertad Avanza, en vez de sumarse al éxito nacional que el propio presidente tomó como propio, no sólo no reconocieron la derrota, sino que perseveraron en marcar diferencias, cuando en realidad lo que electoralmente les suma es el sello partidario, la marca del león y la imagen presidencial.
No deberían olvidarse que un fenómeno similar ocurrió en 2015 cuando triunfó Juntos por el Cambio, a raíz de lo que algunos dirigentes locales pensaron que los votos les eran propios. Difícil que los salteños hayan votado la sonrisa ratonil de Olmedo alzando una pala sin usar.
Normalmente cuando se exhibe un instrumento de trabajo, se busca que muestre algo de desgaste no que aparezca como recién sacado de la ferretería, porque lo que evidencia es que nunca se lo usó ¿Será mera casualidad? En democracia hay algunos modos que no deben perderse, y así como legítimamente la Libertad Avanza triunfo en el departamento de la Capital, debió haber reconocido rápidamente, sin que se empañe su felicidad, que en el total de la provincia sacaron exactamente la mitad de los votos del oficialismo Por eso es que desde la Casa Rosada, fueron mucho más cautos, y se refirieron a la buena elección que habían realizado en la provincia en general, aclarando que habían triunfado en la Capital. Con mayor razón teniendo en vista los próximos comicios de octubre donde el oficialismo, imperiosamente, necesita sumar más bancas en ambas cámaras.
Tal vez para quienes ya se estaban probando el traje pro anticipado, quedó claro que el liderazgo de Gustavo Sáenz, unavez más, salió fortalecido. Esta vez por el doble de votos. La razón la dan los números, no las palas; salvo las paladas de votos.