El Parlamento aprobó una reforma constitucional que elimina el límite al número de mandatos presidenciales, lo que permite a Bukele, elegido por primera vez en 2019 y autoproclamado “el dictador más cool del mundo”, presentarse indefinidamente a la reelección.
Con la aprobación por el Parlamento —controlado por el partido del presidente, Nuevas Ideas— de abolir la limitación del número de mandatos presidenciales, y de ampliar el mandato presidencial de cinco a seis años, El Salvador entra así en una nueva era autoritaria, que recuerda sus horas más oscuras. Bukele se une al club de los autócratas vitalicios, junto a personalidades como Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Vladimir Putin o el representante más joven de la dinastía Kim.
Esta transición hacia una monarquía sin corona solo ha necesitado unas horas: el tiempo necesario para que un diputado leal incluyera con carácter de urgencia una reforma constitucional en el orden del día y la hiciera aprobar por la Asamblea con un entusiasmo fingido y entre aplausos cínicos.
Este giro autoritario es el resultado de un largo proceso marcado por una erosión progresiva del Estado de derecho, el control de las instituciones, la reducción de las libertades fundamentales y el cuestionamiento sistemático de la independencia de los poderes.

