No, nosotros no estamos pensando en las elecciones, nosotros estamos pensando en Salta, nosotros estamos en las próximas generaciones. Nosotros estamos pensando en nuestros enemigos, que son la desocupación, la pobreza, la falta de oportunidades para los jóvenes, que los atiendan dignamente en los hospitales, recuperar los valores de la familia, la educación, el trabajo. Ahí nos van a encontrar juntos, en este puente. Ahí nos van a encontrar al final del camino cubiertos con este poncho salteño. Esas emotivas palabras pertenecen al gobernador Gustavo Sáenz quien emocionado y con una voz cálida y potente, sintetizó su ideario político.
Sáenz quiere la unión y el progreso de Salta, por encima de las banderías y los intereses mezquinos. Está mirando más allá de las elecciones, señalando cuál es el camino. Tratándose de una persona creyente que lo anima la fé, la alocución del gobernador coincidió con los lineamientos pastorales que, recién asumido, esbozó el nuevo Papa León XIV y en la misma línea de su antecesor el Papa Francisco. El ex Cardenal Robert Prevost dijo que la Iglesia debe ser el faro que ilumine las oscuridades del mundo; que sólo la paz y la unidad pueden mejorar la condición de los que sufren.
Ayer fue un día histórico cuando el humo blanco anunció la llegada de un nuevo Pontífice que conducirá a más de mil cuatrocientos millones de católicos en el mundo. El nombre no fue elegido al azar, sino que quiere continuar la obra de su antecesor Francisco, pero además se inspira en la doctrina social de la Iglesia, acuñada por el Papa León XIII, en la célebre encíclica Rerum Novarum, que significa de las cosas nuevas. León XIII fue el nombre elegido por el cardenal Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci. Gobernó la Iglesia entre los años 1878 y 1903. Uno de los pontificados más extensos de la historia.
El nombre León en la grey católica significa fuerza y coraje. Dos condiciones esenciales para afrontar tiempos de cambio, desafíos gigantescos y problemas de todo orden. León XIII, es el Papa que enseñó que: los trabajos remunerados, si se atiende a la naturaleza y a la filosofía cristiana, no son vergonzosos para el hombre, sino de mucha honra, en cuanto dan honesta posibilidad de ganarse la vida. Que lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí. Con esas palabras dignificó el trabajo y la condición humana.
Más allá de los discursos violentos, de las diatribas y los agravios, durante la campaña electoral no emergió ningún discurso como el del gobernador, en donde públicamente se diga que se está pensando en el bienestar de las próximas generaciones. Y que además las elecciones son un buen motivo para reflexionar mucho más que sobre los rencores, sobre los planes y propósitos para que la gente esté mejor, tenga trabajo, salud y deje de sufrir tantas postergaciones que en definitiva es lo único que importa. El resto son palabras e intereses mezquinos. Algunos no se dan o no se quieren dar cuenta, pero de eso se trata. Por eso es tan importantes tender puentes y buscar el amparo de un mismo poncho.