La reciente declaración de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) respecto a su postura electoral ha sacudido nuevamente el escenario político en la provincia de Buenos Aires y ha puesto en jaque la unidad del peronismo. La ex presidenta, que anunció su respaldo y posición en torno a las próximas elecciones, generó una tensión interna en el entorno del gobernador Axel Kicillof, quien desde hace cinco meses mantiene un silencio público con la dirigente.
Fuentes cercanas a la gobernación revelaron que Kicillof no fue consultado previamente sobre el anuncio de CFK, y que se enteró de su definición como un ciudadano más, a través de medios de comunicación. La falta de diálogo previo refleja la distancia y los conflictos latentes en un armado que, según distintas interpretaciones, se encuentra en una etapa crítica.
El hecho de que CFK haya tomado una postura con impacto nacional y regional ha generado una ola de incertidumbre en los sectores del peronismo que apoyan tanto a la oficialidad como a las distintas facciones internas. La hipótesis de una posible ruptura o escisión no es más una conjetura, sino que ahora parece estar más cercana que nunca, especialmente en un contexto donde las alianzas y lealtades se ponen a prueba.
Desde La Plata, el silencio es prácticamente la norma. Las negociaciones internas están en una suerte de “pausa”, mientras los actores políticos observan con atención el desenlace. La expectativa es que este nuevo escenario puede reconfigurar el mapa político no solo para las elecciones en la provincia, sino también para el panorama nacional.
La tensión en torno a Kicillof y su relación con CFK data una lucha de poder que podría definirse en los próximos meses. Por ahora, el peronismo camina en una ruta de incertidumbre, con un reloj que marca una cuenta regresiva que puede poner fin a años de unidad interna o dar paso a una nueva etapa de fragmentación.