Ese gran pensador español que fue don Miguel de Unamuno, solía decir que: obras son amores, y no buenas razones. El autor ibérico apuntaba con ese refrán a que el amor verdadero se demuestra con hechos, no de otra manera. Afortunadamente, ayer se inauguró el Centro de Convenciones de Cafayate, que más allá de su arquitectura y comodidades, se erige en una construcción fundamental para el despegue definitivo de la ciudad vallista, la que desde hace tiempo se ha convertido en un polo de inversiones promisorio. Sáenz tuvo la visión de amalgamar al desarrollo económico con infraestructura básica para que su avance sea indetenible. Cafayate, además de ser un centro turístico y cultural de excelencia, ha tenido un despertar económico que podría colocarlo más allá de la escala nacional. El Centro de Convenciones cuenta con todas las posibilidades para que allí se lleven a cabo eventos culturales, turísticos y fundamentalmente empresariales, a la vez que puede congregar núcleos científicos y tecnológicos que en la actualidad buscan ciudades más pequeñas, pero dotadas de buenos y confortables servicios a fin de reunirse a trabajar, investigar, debatir y crear sin interferencias. La oferta hotelera de la ciudad, por dar un ejemplo, es prácticamente única en el noroeste argentino.
Pese a todas las dificultades, la edificación del Centro de Convenciones cafayateño se hizo en tiempo y forma. Y demuestra lo indispensable de la obra pública en sitios donde si se las hace en la forma adecuada, inexorablemente acrecienta la atención de inversores y desarrolladores por las posibilidades que abre al mercado. La obra inaugurada ayer, de paso, posiciona al gobernador de Salta en un nivel distinto de liderazgo, dado que la visión de desarrollo es el plus que las economías regionales necesitan cuando tienen líderes capacitados para conducir sus destinos a otros superiores de expansión y grandeza. Conjuga esa obra el interés público con el privado, pues muchas serán las empresas del medio y extranjeras que elegirán al Centro de Convenciones como un sitio de referencia para realizar múltiples actividades. Así es que también quedó puesto de manifiesto que la visión federal del gobernador se ensancha a medida que abre nuevos escenarios en base a realizaciones concretas. Se da en este hecho puntual aquello de que mejor que prometer es realizar.
Los Valles Calchaquíes, a través del Centro de Convenciones comienzan a tomar autonomía propia, a lo que puede sumarse, de concretarse la política de cielos abiertos que impulsa el Gobierno Nacional, que en la pista del aeródromo cafayateño comiencen a aterrizar vuelos regulares que unan esa localidad, con Córdoba, Buenos Aires o Mendoza, por ejemplo. Ello es así, porque al dotar a la zona de un Centro que puede albergar la celebración de diferentes eventos. El atractivo hacia su elección como un centro turístico, cultural económico, científico y empresarial, queda al alcance de la mano. La gestión de Gustavo Sáenz se desataca por la cantidad de obstáculos prácticamente insalvables y de toda especie que ha debido sortear el gobernador. Lejos de arredrarse ha sabido tomarse la pausa y la meditación necesarias para conducir los destinos de Salta hacia un futuro diferente, en el cual los inversores de otras partes y la producción local vean que tienen un mandatario comprometido con el despegue definitivo de la Provincia, que los salteños tanto anhelamos. Así se entiende ahora tal vez en forma mucho más evidente los postulados del pacto de Güemes, que algunos con indisimulable mezquindad trataron de minimizar.
No soy de salta , pero este espacio está pago x el gobernador, aunque sea cierto lo q se dice , su política durante el gobierno de ” cachetazo” Fer nandez, fue muy errática coincidiendo con lo peor q nos pasó q fue el kernerismo