La dura política de Australia por la que niega visados a personas con discapacidades
Con un tercio de su población nacida en el extranjero, Australia se considera desde hace tiempo una “nación de emigrantes”, un hogar multicultural que le promete a los extranjeros un trato justo y un nuevo comienzo. La idea forma parte de su identidad. Pero la realidad suele ser distinta, sobre todo para quienes padecen una discapacidad o una enfermedad grave.
Es uno de los pocos países que rechaza de forma sistemática los visados de inmigrantes por sus necesidades médicas, concretamente si el coste de los cuidados supera los 86.000 dólares australianos (US$57.000) durante un máximo de 10 años. Nueva Zelanda tiene una política similar, pero la de Australia es más estricta.
El gobierno defiende la ley como necesaria para frenar el gasto público y proteger el acceso de los ciudadanos a la sanidad. Dice que estos visados no se rechazan técnicamente. Pero tampoco se conceden.
Algunos pueden solicitar una dispensa, aunque no todos los visados lo permiten. También pueden recurrir la decisión, pero el proceso es largo y costoso. Los activistas consideran que esta medida es discriminatoria y no está en consonancia con las actitudes modernas hacia la discapacidad. Y tras años de lucha, esperan que cambie en las próximas semanas, con una revisión oficial de los requisitos sanitarios en curso.
Leyes del siglo pasado
Australia tiene fama cuando se trata de sus estrictas políticas de inmigración. Tuvo su propia versión de “stop the boats”, que enviaba a las personas que llegaban en barco a centros de detención extraterritoriales en Papúa Nueva Guinea y la isla de Nauru, en el Pacífico, y protagonizó polémicos titulares en los últimos años.
Hasta la década de 1970 no se deshizo por completo de la política de “Australia blanca”, iniciada en 1901 con la Ley de Restricción de la Inmigración, que limitaba el número de inmigrantes no blancos.
Las discriminaciones por discapacidad y salud, que también se remontan a 1901, siguen vigentes, afirma Jan Gothard, abogado especializado en inmigración: “Seguimos tratando a las personas con discapacidad del mismo modo que en 1901 y pensamos que no son personas bienvenidas en Australia”.
Gothard forma parte de Welcoming Disability, un grupo que presiona al gobierno para que revise la ley. Sorprendentemente, la Ley de Migración australiana está exenta de su propia Ley de Discriminación por Discapacidad.
En pocas palabras, no importa cuánto tiempo lleves viviendo en Australia, si has nacido en el país, si tienes seguro médico privado o incluso si puedes pagar tú mismo la manutención: si se considera que eres una carga económica demasiado pesada, suspenderán el requisito de salud.
El Gobierno dice que 99% de los solicitantes de visado cumplen el requisito de salud. Al menos 1.779 de ellos no cumplieron el listón entre 2021 y 2022, según cifras oficiales.
El ministro de Inmigración, Andrew Giles, que declinó ser entrevistado, dijo hace poco que “cualquier niño nacido en Australia y afectado negativamente por las normas sanitarias de migración puede solicitar la intervención ministerial”, y que él mismo había “intervenido positivamente” en casos. Pero las familias dicen que el proceso es agotador en un momento de por sí difícil.