Como era previsible que ocurriera después de la firma del Pacto de Mayo, un importante proceso de reconfiguración comenzó a generarse en todo el espectro político nacional. El apuro presidencial y las febriles gestiones de Guillermo Francos rindieron sus frutos en cuanto a que la foto con los dieciocho gobernadores más la adhesión posterior de Claudio Vidal, gobernador de Santa Cruz, no quedara como un simple episodio decorativo, por aquello de que una imagen dice más que mil palabras. A quienes se sienten libertarios de paladar negro, y en que en realidad no lo son, porque los verdaderos ya no están, se han mostrado furiosos, celosos y desconcertados.
Primero y como fija de un papelón cantando, apareció Carlos Zapata diciendo que el Pacto de Junio que Gustavo Sáenz le entregó primero en mano a la vicepresidenta Victoria Villarruel en Salta – mientras los libertarios abandonaban el acto – y luego al propio Javier Milei – poncho de por medio – en la Casa Rosada, era mentira. Con esa expresión enfureció al propio presidente. Esto porque Milei no quiere que nadie interfiera en su decisión de abrir alianzas estratégicas en miras a los comicios del año próximo, claves para su fortalecimiento político futuro. Guillermo Francos tiene en claro que sin gobernadores aliados: no hay futuro y obra en consecuencia.
Esa política de alianzas estratégicas que tiene absolutamente desconcertado al kirchnerismo y al peronismo en general, podría repercutir en que los dogmas libertarios no sean tan severos, tal como ya se nota en el nuevo discurso oficialista, y que la presencia de algunos gobernadores considerados fundamentales para los armadores libertarios en los despachos de la Casa Rosada, comience a volverse una foto habitual.
¿Cómo podrían soportar en sus estrechas y mezquinas mentes semejante afrenta Alfredo Olmedo, Carlos Zapata y Emilia Orozco? Más cuando existe un importante sector del PRO que no responde ni a Bullrich ni a Macri, que aspira a que dentro de la Libertad Avanza haya un cambio estructural en el que ya no tendrían espacio los trogloditas salteños, tan llenos de rencor e insultos y tan faltos de propuestas, sino dirigentes con otro volumen político y mayor credibilidad. Así han ido creciendo los celos de Emilia, primero chicaneando en una foto con Manuel Adorni, donde se despachó con que el gobernador de Salta aprovechó el Pacto de Mayo pese a tener una mala imagen. De ese pacto quedó en claro que a Milei sólo le interesaba ver a Sáenz en la foto, no a ninguno de ellos.
Después para decir que se subió al barco ganador. Otro error no forzado. La obsesión por Gustavo Sáenz no los hace ver que no fue él, sino dieciocho más. Mientras esto sucedía, aparecieron varias imágenes con Sáenz firmando diferentes gestiones que significan obras beneficiosas para Salta; pero la que definitivamente le hizo salir caspa a la larga cabellera negra de la esbelta diputada, fue ver la sonrisa de Karina Milei en una reunión a solas con el gobernador. Si a eso se le suma una previa con el ministro Toto Caputo, cartón lleno.
Puestos en términos de turismo carretera, es como que Emilia llega hasta el vocero nomás, mientras a Sáenz se le abren las puertas del círculo rojo. Ninguno de los denostadores libertarios del gobernador, que se reducen al círculo Salta, evalúa que Milei y quienes lo rodean en el ámbito más íntimo del poder, han comenzado a poner la mira en los números electorales, tanto como en los de la economía. Por otro lado es lógico que así sea, si lo que buscan es la reelección presidencial del 2027.
Justamente, el 14 de mayo de 2023 Sáenz fue reelecto por una amplia mayoría del electorado salteño. En esa elección Emilia no hizo ni piso para ser reelecta concejal. En los pasillos de la Casa Rosada, hay un estratega frío e inteligente llamado Santiago Caputo, que evalúa permanentemente encuestas. Dos cosas pasan por la mente de Caputo, también conocido como el mago del Kremlin, por su cercanía al poder real. Una es la reelección de Milei y la necesidad de construir y ampliar poder territorial con los gobernadores, a como dé lugar. Otra obsesión es ir abriendo a diferentes sectores ese armado político. En el panorama de Salta, Santiago Caputo, es obvio, que se siente mucho más cómodo con una reelección de Gustavo Sáenz en 2027, que con un impredecible Alfredo Olmedo y su círculo para aspirar a la gobernación. Por eso no se sabe, si los celos de Emilia son con Karina o con Gustavo. No vaya a ser cosa que le bajen línea que Sáenz es el nuevo y único referente local de un armado nacional que promete llevarse puestos a varios dirigentes con muchas aspiraciones y pocas gestiones.
Por ghostwriter..