Desde el año 2013, el 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad, instituido por las Naciones Unidas para reconocer la importancia del bienestar emocional en la vida de las personas a nivel global. En un mundo donde el estrés y la ansiedad se han vuelto comunes, esta fecha invita a la reflexión sobre lo que significa ser feliz y cómo alcanzar ese estado en nuestras vidas.
Sin embargo, este año marca un hito nostálgico y melancólico, ya que se cumplen cinco años del inicio de la cuarentena por COVID-19, un momento que cambió radicalmente nuestras rutinas y la forma en que interactuamos con el mundo. Con el anuncio de las medidas de aislamiento, las calles de nuestra provincia, al igual que muchas otras en el país, se quedaron en silencio. La vida tal como la conocíamos se interrumpió, y el mundo entero experimentó una profunda crisis sanitaria y emocional.
La pandemia no solo nos enfrentó a un virus mortal, sino que también llevó al luto de innumerables familias que perdieron a seres queridos. A lo largo de esos meses de confinamiento, se despidieron a muchas personas, y el recuerdo de esas pérdidas pesa en el corazón de quienes siguen adelante. La sensación de vacío y tristeza se entrelazó con la búsqueda de la felicidad, pero también nos enseñó la importancia de apoyarnos mutuamente y encontrar momentos de alegría, incluso en medio de la adversidad.
Este 20 de marzo, mientras celebramos la felicidad, también rendimos homenaje a aquellos que nos dejaron y reflexionamos sobre las lecciones aprendidas durante estos años. Es un momento para valorar las pequeñas cosas que nos hacen sonreír y recordar la resiliencia que como sociedad hemos demostrado. La felicidad, aunque a veces esquiva, se puede encontrar en la unidad, la gratitud y el amor compartido.
En este Día Internacional de la Felicidad, nos encontramos en un punto intermedio: recordando la tristeza del pasado mientras miramos hacia el futuro con esperanza. Que cada uno de nosotros pueda encontrar formas de cultivar la felicidad en su vida y en la de quienes lo rodean, honrando así tanto a los que hemos perdido como a los que seguimos aquí.