Historias de relojes: relojería y joyería RET

Claudia Aida Galante está al frente de la joyería y relojería RET ubicada en Zuviría 186. Este local cuenta con una trayectoria de más de 70 años en Salta. En una entrevista para Salta Va, nos comparte una parte importante de su historia.

Claudia pertenece a la tercera generación de relojeros dentro de su familia. Sus abuelos llegaron a Argentina en 1948 desde el norte de Italia – de Castelnovo del Friuli, provincia de Údine -, luego de la segunda guerra mundial. Elio Ret, abuelo de Claudia, abrió la relojería en 1950; en un principio estaba ubicada en la calle Güemes, y en 1951 se mudaron a la calle Zuviría, donde actualmente continúa funcionando.

Desde entonces la familia lleva adelante el trabajo, que fue transmitido posteriormente a una hija (Silvana Ret, madre de Claudia), quien se casó en Italia con Bruno Romeo Galante (padre de Claudia); ambos llegaron desde Italia para continuar con el oficio. Sus padres transmitieron su conocimiento a Claudia, quien hace treinta años está al frente del negocio familiar y junto a su hermana Sonia Patricia Galante, se encargan del fascinante oficio.

Tienen clientes que heredan sus relojes de pared; cada reloj tiene un mecanismo especial y una historia propia. Eso destaca Claudia: si bien arreglan todo tipo de relojes y tratan de mantenerse actualizadas con los recursos tecnológicos, ella y su hermana valoran y disfrutan cada vez que se les presenta un desafío con los relojes de pared antiguos. Las historias que vienen con esos relojes, que pasan de generación en generación, son emotivas y dan cuenta de la vida social de las cosas, no como fetiches sino más bien como parte de una trayectoria que atraviesa las biografías de las familias.

Tienen clientes que conservan sus relojes de pie desde generaciones y confían su cuidado y reparación a la familia Galante Ret. Estos objetos preciados, tienen una vida y una historia inseparable de la historia familiar de sus dueños. Algunos llegaron en barcos. Para Claudia su oficio es conservar la vida de estas piezas de relojería: “relojitos, en cada uno se descubre algo y vienen con su propia trampita”, reflexiona con la voz conmovida cuando se refiere a los relojes, porque cada uno de ellos posee un mecanismo especial.

Con el paso del tiempo se fue perdiendo el oficio de tornería, fundamental para la reparación de los relojes, que requieren piezas únicas. Sin embargo, Claudia encuentra el modo de conseguirlas, muchas veces es dificultoso, pues debe encargar las piezas en Europa, en esos casos cuenta con la ayuda de una amiga que viaja a Portugal y puede traerle lo que los relojes necesitan. En este punto de la entrevista, recuerda la tenacidad y la fuerza de sus abuelos, asegura que eso la lleva a seguir adelante con su trabajo y a no bajar los brazos.

Claudia comenta que los chicos jóvenes volvieron a usar relojes antiguos, cree que se debe al valor sentimental que le otorgan y porque aprecian el mecanismo, más que por una cuestión de moda. Nota cierto nuevo interés para aprender a usarlos, y para adquirir a través de la compra relojes automáticos y a cuerda. Para finalizar interpela a los jóvenes y a las personas en general, para que no dejen de usar relojes, es una tradición muy linda que no debe perderse, remarca con una sonrisa.

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