El intendente de Pichanal pretende ser una especie de Clint Eastwood del mal, desde que retornó al poder. Convencido de que se trata de actor de un western donde es el dueño de las balas, la cantina y los bandidos, sólo le falta apropiarse de la cárcel, un lugar que le resultará imposible conquistar, atento las numerosas causas en trámite por las que tiene que dar cuenta. Una de ellas, la que se le sigue por negociación incompatible con la función pública y fraudes reiterados a la administración pública, espera pacientemente turno en el Tribunal de Juicio de Orán desde noviembre de 2023 y es uno de los expedientes que, según los especialistas, mayores y contundentes pruebas acumuló un intendente. En otras palabras de esa causa no puede salvarlo ni Cristo. En vez de un cowboy Jalit más bien podría ser una especie de Matrix, que es un ambiente de relación entre cosas y sucesos creado y controlado artificialmente. Una importante característica de la Matrix es que en ella incluso las personas son consideradas cosas. Nada más parecido a Jalit, quien con su clan integrado por su cuñado, su sobrino más algunos adláteres e integrantes de la familia Macarón, llegó a convertirse en alguien temido y odiado con igual intensidad. Él en una película política imaginaria sería El hacedor de las Llaves, que en las secuencias de Matrix era el programa capaz de crear llaves para todas las puertas que conectan en Matrix. Así maneja el intendente su municipio, con todas las llaves a su alcance y las puertas secretas que nadie más que él conoce. Demasiadas conexiones, demasiadas llaves, pero ocurre que Jalit no es Keanu Reeves, es alguien más terrenal, simplemente alguien que debe descargar ante la justicia una cadena de argumentos para contrarrestar la avalancha de pruebas en su contra. Por eso es Matrixdescargado no recargado.
Si salimos del cine y nos aproximamos a un personaje un poco más complejo que vive entre nosotros y encima administra un municipio, nos acordaremos que al diario Perfil, Jalit le hizo la siguiente y sorprendente declaración: “para robar hay que ser inteligente y yo me considero inteligente”. Algunos dirían a confesión de parte, relevo de prueba. ¿Volverá a repetir esa frase que lo lanzó a la fama cuando sea finalmente juzgado? Nadie duda de que Jalit es inteligente, tampoco hay dudas de que en sus cuatro períodos anteriores se caracterizó por hacer del municipio un feudo en el que fue hilvanando un poder omnímodo hasta que pudo ser sacado del sillón de la intendencia por voluntad popular. El enriquecimiento ilícito que fue una constante en sus gestiones y se fue acrecentando a medida que fue reelecto contrasta con la pobreza estructural de Pichanal, un lugar en donde cualquier delito que afecte a sus habitantes se nota mucho más que en otras partes. Los índices de la emergencia social en ese municipio conmueven al más insensible y las necesidades se multiplican por segundo. Por eso es tan parecido en su forma de hacer política Jalit a la Matrix, porque es evidente que a las personas de las que se deberían ocupar, él las considera objetos, útiles únicamente el día que tienen que ir a votar. Nunca más. El expediente principal por el que debe ser juzgado, tiene requisitoria de la fiscal Mónica Viazzi desde 2019, y recién noviembre de 2023 se empezaron a analizar las diferentes pruebas para ver si se fijaba audiencia. Allí el intendente tendrá oportunidad de demostrar que es inteligente, prueba de la que seguramente resultará airoso, de la que estamos seguros que no lo saldrá será cuando se analicen públicamente los peritajes contables, donde salvo que actúe un mago como David Copperfield, le resultará imposible desmentir y revertir. Mientras tanto él hace actos alardeando que es guapo y que no le debe rendir cuentas ni a diosito. ¿Será que a Dios rodando y con el mazo dando?