La riqueza de nuestro idioma siempre permite darle un sentido diferente a las proposiciones, según la orientación que se les prefiera dar. No es lo mismo decir: la rebelión “de” FUNDARA que la rebelión “en” dicho lugar.
Días pasados ocurrió la rebelión “en” FUNDARA ante el asombro de algunos circunstantes que esperaban sólo aplausos, risas y loas para los expositores, a saber: los diputados nacionales Pamela Calletti, Emiliano Estrada y Carlos Raúl Zapata, recientemente bautizado en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación como el doctor Chapatín, dado su parecido físico y tonal con la magistral interpretación que hacía de dicho personaje el actor mexicano Roberto Gómez Bolaños, alias el Chavo. Este último papel lo encumbró a la inmortalidad del humor mundial.
La exposición de los diputados invitados debía versar sobre cómo votaron en la denominada ley Bases. Calleti por la afirmativa, al igual que el doctor Zapata, salvo en el espinosísimo tema del tabaco, en el cual el doctor Zapata votó en contra con una media sonrisa dibujada en su rostro y Estrada se abstuvo en el tema tabaco y votó en contra del resto de la ley. Hasta allí todo parecía discurrir por los cauces normales, salvo que entre los concurrentes hubo un grupo, dentro de las escasas presencias registradas, que comenzó a llamarlo vendepatria al doctor Zapata, lo cual, al igual que al Dr. Chapatín, lo hizo montar rápidamente en cólera y que la reunión se fuera de las manos. Nerviosa e incómodamente reían los fieles acólitos de la grey convocados a cuanto acto organiza FUNDARA, que dicho sea de paso, son muy pocos: Cristina Garros Martínez, el incombustible Agustín Usandivaras, que no sabía si estaba frente a un grupo de corifeos que agraviaba a Cocó Channel o en las ruinas de Egipto y el también parecido Gilberto Pereyra, quien podría protagonizar un filme en la frontera entre México y los Estados Unidos, sombrero de paja incluido.
Como los gritos se volvieron atonales entre el doctor Zapata, ya enrojecido de su cólera y quienes le gritaban vendepatria a viva voz- algunos dicen que el calificativo incluía también a Emiliano Estrada -, se paró abruptamente – cual Jacinta Pichimahuida – Bettina Inés con un tono cuasi monacal pidiendo paz y amor, pero como el griterío aumentaba más el volumen optó por ponerse en señorita directora y entonces amenazó echarlos a los que protestaban por mal educados. Dijo: “Chicos, así no”. El menorcito de los chicos rondaba los 50 años. Acto seguido, el longilíneo diputado Emiliano Estrada, como si fuese el capitán de una lancha torpedera sola en el océano, primero por las redes y luego en un programa televisivo, atacó tirando munición al aire, dado que no se sabe si se sintió aludido o no le gusta que el pueblo se exprese de modo diferente; después dijo que él no votó en contra, sino que se abstuvo, evidentemente afectado por la declaración de persona no grata que le hizo la Cámara del Tabaco de Salta.
¿Acaso Estrada subestima a los productores y al pueblo de Salta? ¿No sabe que si alguien se abstiene no vota afirmativamente lo que muchísima gente esperaba que hiciese? Lo cierto es que con su abstención se sumó a los que protegen y encubren al evasor conocido como “El Señor del Tabaco”, Pablo Otero, de quien el diputado Zapata se cuida hasta el extremo de ni siquiera nombrar, cada vez que contesta elusivamente esta pegunta y las razones de su voto negativo. Tal vez el doctor Chapatín real, hubiera sido más coherente. Eso, eso, eso, hubiese dicho el Chavo del 8.