Una población aislada durante miles de años desarrolló una supermutación genética

El estudio demostró un cambio en la sangre de los habitantes que los ayudó a adaptarse y vivir en un ambiente poco salubre

Se trata del ADN de los denisovanos, nuestros primos prehistóricos extintos, todavía sorprende a la comunidad científica por su persistente influencia en los seres humanos actuales, particularmente entre los habitantes de Papúa Nueva Guinea. Estas personas, cuya historia genética se mantuvo en gran medida aislada durante milenios, poseen características genéticas únicas que les permitieron adaptarse y sobrevivir en uno de los entornos más desafiantes de la Tierra.

Según un estudio reciente publicado en la revista Nature Communications, estos habitantes tienen hasta un 5% de ADN denisovano en sus genomas, un porcentaje significativamente alto que demuestra la profunda huella que los ancestros distantes dejaron en el ADN humano.

Esta investigación demuestra cómo las distintas mutaciones genéticas prepararon a los montañeses y a los habitantes de las tierras bajas de Papúa Nueva Guinea para enfrentar sus respectivos entornos. Las mutaciones en los habitantes de las tierras bajas aumentan la cantidad de células inmunitarias en la sangre, lo que contribuye a su resistencia contra infecciones.

François-Xavier Ricaut, coautor principal del estudio y antropólogo biológico del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS), describe a Papúa Nueva Guinea como un “cóctel fantástico” para estudiar la adaptación genética, dada su topografía mayormente montañosa y las elevadas tasas de enfermedades infecciosas que juntas representan un considerable desafío para sus habitantes.

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