Pensar y analizar la relación entre Estado y Pueblos Originarios en nuestro país, conduce siempre a la misma reflexión, la de una deuda histórica. Con más de 15 lenguas indígenas preexistente al Estado Nacional y al español como idioma oficial, constituyen la expresión de la vasta riqueza lingüística y cultural del país.
Se estima que 700 mil personas pertenecientes a los 36 Pueblos Originarios preexistentes al Estado hablan lenguas indígenas en Argentina. Algunas están en riesgo de desaparecer y otras extintas, según datos de Unesco, Censo 2010 y la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 (ECPI). Muchos de ellos cuentan con una singular y valiosa producción literaria que, por lo general, no llega a los grandes circuitos de distribución de libros.
Este año la producción literaria de los pueblos originarios estuvo presente, por primera vez, en la 48° edición de la Feria internacional del libro en Buenos Aires. Autoras y autores de distintas comunidades y regiones protagonizaron un ciclo de charlas, que tuvo como fin poner en escena la obra literaria indígena.
“La palabra indígena” como se denominó al ciclo, contó con la coordinación de Fabián Martínez Siccardi, Diego Antico y Fiona Martínez. El diálogo con Escritoras y Escritores Originarios, se llevó adelante con la participación de Liliana Ancalao, Sylvia Iparraguirre, Víctor Vargas Filgueiras, Viviana Ayilef, Mario Castells y Chana Mamani, entro otros referentes de la literatura indígena. El público pudo acceder a un catálogo bilingüe de obras literarias en lenguas indígenas y en español.
Esta literatura poco difundida, pero tan fecunda y viva, nos habla de una relación plena con el mundo de lo viviente. Lo que el hombre blanco llama naturaleza. En la cosmovisión indígena no hay separación entre naturaleza y cultura. Es por eso que expresan y explican a través de la literatura una forma de habitar el mundo, que es importante empezar a mirar, dadas las circunstancias actuales de cambio climático y riesgo ambiental, entre otros aspectos relevantes.
Desde la antropología la cosmovisión amerindia fue estudiada en los trabajos de Viveiros de Castro y Philippe Descola. En sus expresiones, la antropología debería -para deshacerse del etnocentrismo- adoptar una “multiontología” capaz de realizar el tránsito de la creencia de un nativo a un concepto filosófico de un nativo, es decir, de una epistemología sujeta a nuestros prejuicios a una ontología.