La Argentina podría volver a tener en los próximos meses niveles de inflación similares a los que hubo durante 2021, es decir, de entre el 2,5% y el 4% mensual. Así lo plantea en un reporte la consultora Sarandí, que dirige el economista Sergio Chouza.
“La hipótesis principal para sostener las chances de éxito del proceso de desinflación se basa en que se fundieron los motores de impulso sobre los precios”, señala el informe.
El trabajo plantea al respecto que “el desplome de la demanda interna, con un mercado que está muy deprimido por el deterioro acumulativo del poder adquisitivo impide que los consumidores corran hacia los bienes y los servicios como refugio de valor”.
“Es así que en las últimas semanas empezaron a proliferar listas de precios sin ningún aumento o, incluso, con recortes nominales”, agrega el reporte..
Sarandí indica que un limitante sobre este esquema se puede dar producto de los “fuertes aumentos en los servicios públicos”.
“Con subas astronómicas para los segmentos comerciales e industriales, es difícil pensar que todas las empresas absorban la totalidad de los incrementos sobre su estructura de costos”, explica el trabajo.
En ese sentido, se señala que “los paulatinos traslados que se van a ir sucediendo los próximos meses nos generan una inquietud sobre los límites para que la inflación colapse”.
“Volver a niveles de IPC mensual más similares a los años 2021 y 2022 no resolvería el problema sino que dejaría a Argentina con un esquema de inflación alta (en comparación global), pero en el marco de una economía más chica”, advierte el estudio.