Cuando las máscaras caen

Hace muchos años, Santo Tomás de Aquino enseñaba que el actuar se sigue del ser. Más allá de las interminables discusiones filosóficas, que no vienen al caso. La frase sirve, muchas veces, para entender los comportamientos políticos. Tan variables en algunos ¿Porqué? Porque extensivamente se usa este principio de proporcionalidad entre el ser y el poder. Es decir, cómo actúan algunos en relación al poder. Particularmente en un sistema democrático. Recientemente, el diputado nacional Emiliano Estrada, quien se autopercibe cristinista de la última hora, porque a la primera no lo fue nunca, volvió a acometer en contra del gobernador Gustavo Sáenz. Últimamente Estrada había tomado de la violencia del discurso libertario el uso de malas palabras pare tratar de conmover a la opinión pública en una suerte de cruzada, en la que se asume como perseguido y a la vez como único dueño de la verdad. Recordemos también a Santo Tomás que pregonaba que la verdad reside en el acuerdo entre las palabras y los actos. Lo cual no parece importarle mucho al estirado legislador, con tonalidad cada vez más influida por aires porteños.

Estrada se coloca en una posición realmente incomprensible porque en los últimos días apareció en la frecuencia de Radio Salta, poco frecuentada por kirchneristas paladar negro, para reivindicar la obra de gobierno de Juan Carlos Romero y así ufanarse de una manera asombrosa de que en realidad, todos los problemas de Salta comenzaron cuando Gustavo Sáenz asumió la gobernación. Así como del ridículo no se vuelve, de la ingratitud tampoco. Estrada llegó a su banca con el apoyo de Sáenz; sin ese empuje, que no fue poco, jamás hubiera aterrizado en el Congreso de la Nación. No esperó ni cinco minutos para alejarse y comenzar a traicionar de todos los modos imaginables. A la vez no escatimó en ambigüedades. Kirchneristas en Buenos Aires y olmedista en Salta, construyó con el líder aceitunero Alfredo Olmedo y el diputado nacional Carlos “chapatín” Zapata un frente tan extraño como abominable por su caradurez. Así como se lee. 

Un día aparecieron en una foto que pretendía sorprender a los salteños más desprevenidos y formó una alianza que estaba más a la derecha la pared como decía Raúl Alfonsín, con tal de oponerse a quien le debía el favor de haber llegado. Mientras tanto en Buenos Aires era un camporista irredento capaz de venerar con mayor fervor a Cristina que a Santa Clara de Asís. La mención a Santa Clara no es casual: es la patrona de la televisión y las telecomunicaciones, de paso de las redes sociales también, porque el cielo también se moderniza ¿Resiste Estrada un archivo? En realidad Sigmund Freud se haría un picnic con Emiliano por varios motivos, públicos algunos. El más importante sería que en realidad a él no lo molesta tanto Sáenz, sino que le den la cana con sus contradicciones. Unas cuantas a esta altura. Por eso es que se han empezado a caer las máscaras y ya no disimula ser un alfil ¿rentado? de Juan Romero, al punto que de sus últimas declaraciones ya no se desprenden críticas, ni contradicciones, sino una voluntad claramente destituyente, como si quisiera que el gobernador no pudiera seguir gobernando. Diferentes episodios, que no bendice Santa Clara de Asís, demuestran que Emiliano perdió la poca vergüenza que le quedaba y ahora se dedica solamente a pertardear. De cualquier manera. De legislar para Salta, ni hablemos.

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