La asfixia presupuestaria y la situación salarial imposible, ha llevado a los trabajadores universitarios a perder el 50% del salario de diciembre hasta aquí. Fueron recortando todos los fondos que deben depositarse en forma mensual para las universidades. Este gobierno no generó un presupuesto para el 2024, prorrogó el del 2023. Esto es lo que debe quedar claro, aquellos números se han visto superados por la pérdida del poder adquisitivo provocada por la inflación. Pérdida que produjo el gobierno con una paritaria que no se discute, porque la presenta de manera unilateral. Ofrecen un 70 %, y un 140% sobre un presupuesto que se pensó en octubre del 2022 y se aprobó como presupuesto para el 2023. Con ese presupuesto intentaron frenar la marcha, cuando la inflación es del 300%.
En la Universidad Nacional de Salta, la boleta de luz de marzo a llegado a cincuenta y ocho millones de pesos. Significa que el más del 50 % del presupuesto se va para el pago de energía eléctrica. El sector estudiantil, la está pasando muy mal, por dar solo un ejemplo en la Universidad de Misiones, de 5000 raciones que brindaba el comedor, se pasó a 1200 y eso quiere decir que la población estudiantil universitaria que necesita acceder a los comedores lo ha dejado de hacer por la falta de presupuesto.
La institución Universitaria no tiene los recursos necesarios para funcionar, esto fue expresado por los rectores de todo el país reunidos en el plenario del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional), quienes por unanimidad acordaron llevar la demanda al espacio público. La multitudinaria marcha del 23 de abril fue un claro mensaje político, la sociedad argentina se movilizó en todo el país en defensa de las universidades públicas. Sin embargo, en sus últimas declaraciones el presidente criticó la politización de la marcha y dejó al descubierto una vez más su ego desmedido. “En el fondo muestran el miedo que me tienen, lo grande que soy respecto a ellos y lo poca cosa que son ellos respecto a mí”. “Porque se tuvieron que juntar todos para pelear con uno”, dijo en tono desafiante.
¿Por qué se defiende la universidad pública?
La universidad pública Argentina es una institución preexistente al Estado Nación, un emblema de nuestra identidad. Las primeras universidades fueron las de Córdoba y Buenos Aires (1600 – 1820). Luego de un sostenido crecimiento de las universidades argentinas durante el periodo de 1870 y 1880, se decidió la promulgación de la Ley Avellaneda (1885). Se trata de la primera Ley Universitaria, que fijó las bases para los estatutos de las universidades argentinas.
Reforma Universitaria
A partir de 1918 la influencia de la universidad adquirió una fuerza importante. En junio de ese año, en Córdoba se inició un movimiento exigiendo la genuina democratización de la enseñanza. La lucha de los estudiantes influenció a todas las universidades argentinas y latinoamericanas. Las reformas exigían el compromiso con la realidad social, una renovación de las estructuras y objetivos de las universidades. La implementación de nuevas metodologías de enseñanzas y estudio, la inclusión del claustro estudiantil en el gobierno universitario, una libre expresión del pensamiento. El razonamiento científico en vez del dogmático.
La Reforma Universitaria fue el antecedente de las luchas por la democratización y la gratuidad de la educación. Luego de décadas de reclamos, en 1949, bajo la presidencia de Juan D. Perón se sanciona la gratuidad de las universidades argentinas públicas. La historia argentina está marcada por múltiples golpes de Estado y períodos autoritarios, que tuvieron sus repercusiones en la vida universitaria.
La resistencia de la comunidad universitaria contra los órdenes represivos, se manifestó activamente con movilizaciones y protestas. Entre ellas, el movimiento estudiantil y obrero conocido como “el Cordobazo” de 1969. En marzo de 1976, comienza una nueva dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional que, con su ordenamiento represivo, marcó a los estudiantes universitarios como sus principales víctimas. Para los gobiernos militares la relación entre universidad, comunismo y subversión fue directa. Fueron por la intervención de los claustros, la purga de docentes y el control de contenidos (quema de libros). Los acontecimientos de la denominada “Noche de los Bastones Largos” y “Noche de los lápices” demostraron que lo que se buscaba reprimir no era solamente el enemigo “rojo” sino, fundamentalmente, lo que representaba la universidad argentina: producción de conocimiento, participación política, movilidad social, etc. Durante la dictadura se llevó a cabo la prohibición de toda actividad gremial y política en los claustros.
Gobiernos democráticos
Con la elección de Raúl Alfonsín como presidente (1983-1989), se puso fin a un oscuro período de siete años de dictadura. En el marco de la apertura democrática, el gobierno incorporó la democratización de la universidad pública en su agenda. Evocando los principios de la Reforma de 1918, inició la normalización universitaria devolviéndole el gobierno autónomo. Entre las líneas rectoras del nuevo proyecto estaban el gobierno democrático de las universidades, el pluralismo ideológico y la inclusión de nuevos sectores sociales.
Durante el mandato de Menem en la década de los noventa, las universidades argentinas vuelven a sufrir un retroceso. Entre las principales problemáticas de la educación universitaria durante esos años de política neoliberal encontramos, la creación de universidades privadas para élites adineradas, que son subsidiadas por el Estado. Políticas asfixiantes hacia las universidades con conducciones reformistas. Aprobación de la Ley de Educación Superior: se buscaba limitar el ingreso, autonomía, cogobierno y la gratuidad de la enseñanza. Esta ley fue rechazada ampliamente por la comunidad universitaria.
El gobierno kirchnerista abarcó tres períodos presidenciales completos 2003-2007 y 2007-2015. Eso, en materia de educación marca una diferencia, ya que los procesos son complejos y los efectos se perciben de otro modo si el ciclo es prolongado. En la primera etapa se sancionaron leyes relevantes para el sistema educativo. Entre ellas, la Ley del Fondo Nacional de Incentivo Docente (2004), la Ley de Educación Nacional (2006) y la Ley de Educación Sexual Integral (2006).
Hacia el final del gobierno de Cristina Kirchner se sancionó la Ley de Implementación Efectiva de la Responsabilidad del Estado en el Nivel de Educación Superior (2015). Con ella, se reforma la Ley 24521 de Educación Superior estableciendo el acceso “libre e irrestricto” a los estudios de grado estatales, prohibiendo exámenes eliminatorios y aranceles.
Según información proporcionada por IESALC-UNESCO en el año 2020-2021, la pandemia afectó a 23,4 millones de estudiantes universitarios en América Latina y el Caribe. Bajo el período de gobierno de Alberto Fernández, en 2022 la inversión en universidades se mantuvo por encima de 2019, el peor en términos de inversión del gobierno de Mauricio Macri, pero descendió respecto de 2021 y el monto siguió sin alcanzar aún los números de 2018, el segundo año más bajo de la gestión de Cambiemos.
Logros de la educación pública
Nuestro país es pionero en el carácter gratuito y en el acceso irrestricto a la educación. Esto permitió la inclusión de sectores que antes no tenían acceso ni posibilidades de alcanzar una profesión. Año tras año miles de estudiantes argentinos y de otros países se matriculan en nuestras universidades. La educación es la base para el desarrollo de cualquier nación, un derecho no un privilegio.
¿Que significó en Argentina históricamente estudiar en la universidad pública?
Igualdad de oportunidades, ascenso social vinculado al empleo, prestigio. El recorrido histórico da cuenta que, desde hace mucho tiempo, los estudiantes, docentes y el personal de apoyo universitario defienden la educación pública y luchan por más inclusión. A más de cuatrocientos años de nuestra primera universidad, la educación pública universitaria sigue siendo un ejemplo para el mundo, y la defensa que realiza la sociedad argentina sobre ella es legítima y absoluta.
Educarse tiene como consecuencias el cambio de creencias en virtud de su confrontación con el conocimiento disponible. Los que se educan se transforman, lo que garantiza que la educación sea crítica no es el saber sobre un objeto, sino la capacidad de pensar sobre los conceptos con los que accedemos a esos objetos. Y sobre eso cada sujeto tiene la posibilidad de elegir y decidir desde un punto de vista crítico con que se queda. Dar cuenta de ello es haber pasado por un proceso.
Hablar de adoctrinamiento en la universidad pública es no entender la naturaleza de la institución universidad y peor aún es no conocer su historia y su constitución como proyecto estatal, es dar cuenta de una escasa comprensión de cómo se construye el saber, y por eso cada vez que se habla de la universidad se habla de enseñar. Desde el gobierno de Milei intentan desprestigiarla, instalar que es una madriguera de adoctrinadores. La actual política de estado se basa en el desprestigio de lo público, a través del discurso del odio y de la ruptura de los lazos sociales. Otra mentira que intentan instalar, es que las universidades no se controlan. Falso, las auditorías en las universidades son tanto internas como externas a través de rigurosos informes que son elevados a la SIGEN (Sindicatura General de la Nación).
Esto ya lo intentaron otros gobiernos, en marzo de 2001, cuando docentes y estudiantes resistieron el recorte de $360 millones que implicaban las medidas del entonces ministro de economía, Ricardo López Murphy, quien pagó los costos del severo plan de ajuste con su renuncia; Macri recortó un 35% del presupuesto para las universidades en su período de gobierno (2016-2019), por dar dos ejemplos. Con la universidad se enfrentan a un núcleo duro, hace rato que intentan desprestigiar el Conicet, burlándose de las investigaciones. Sabemos que en los 90´, a través del desfinanciamiento se pretendió hundir a institutos de investigación como el CONICET, CONAE, INTA, etc. Sin investigación no hay progreso, el rumbo después de la nefasta década fue fortalecer la ciencia, como así también se incentivó la tecnología aplicada a procesos de producción en diversos ámbitos. Una vez más florecen las bestias y volvieron al ataque de la educación, la ciencia y la técnica.
¿Qué es una política de destrucción?
Es una política neofascista, que obtuvo un triunfo electoral. Sin embargo, la marcha del 23 abril con provincias abarrotadas de ciudadanos en las calles defendiendo las universidades, ha dejado un claro mensaje: el triunfo en las urnas, no siempre es un triunfo político. El sentimiento social por la universidad es de respeto, de cariño, de defensa y un reconocimiento de la educación universitaria pública, gratuita y laica, porque transforma la vida de quienes pasan por ahí, para muchos es una escuela y una forma de vida.
Por supuesto que en la universidad se hace política, es una institución política, y quienes la atraviesan entienden las reglas de la democracia y la vivencian como un transitar político, pensado, discutido y reflexivo. Muchos de nuestros representantes de gobierno del gabinete de Milei salieron de las universidades públicas. Es lamentable que salgan a vociferar falsedades respecto a las universidades públicas y sus procesos de construcción.