Zapata no aclara y oscurece

En su señal de streaming Neura, Alejandro Fantino explica los diferentes temas a
los que quedó reducido el tratamiento de la ya remanida ley Bases, de la cual solamente se
discutirán dieciséis artículos en el Congreso de la Nación, a partir del lunes, quedó puesto otra
vez en evidencia que no se abordará un tema crucial tanto para la economía regional del
noroeste como para la recaudación en general que repercute en todo el país, como es el tema
del tabaco.

Probablemente por una fuerte presión del reiteradamente mencionado por los
medios, Pablo Otero, conocido como “El Señor del Tabaco”. Otero no paga la alícuota que
debería abonar en concepto de impuestos internos y en consecuencia no solo amasó una
fortuna superior a los U$S800.000.000 de dólares, sino que se resiste utilizando medios pocos
ortodoxos o directamente amenazas contra todos aquellos que pretenden ponerlo en
evidencia ante su gigantesca evasión.

Un fiel partidario de Otero, es el diputado nacional por Salta, Carlos Zapata, quien en los últimos tiempos creyó que podía salvar su posición acusando a la firma Massalin, que sí cumple regularmente con el pago del tributo, de constituir un lobby. Nunca pudo explicar ni de qué se trataría la presión de Massalin, ni porqué omite en denunciar a Otero y sus prácticas mafiosas. O directamente porque opera a favor de este último.

Lo que llamó la atención es que Fantino dijo que Zapata denuncia el lobyy de Massalin,
porque tiene “el culo limpio” y que en realidad esas prácticas son comunes en la Argentina.
Dos salvedades se deben hacer en este sentido. A diferencia de los Estados Unidos de América
donde el lobby es legal y utilizado por los grupos de presión, principalmente empresarios o en
casos donde hay intereses comunes afectados, como los ambientales, por ejemplo, hay
especialistas en lobby que cobran por esta actividad, vale reiterarlo, amparada por la ley. En la
Argentina, no existe el lobby legal y según la ley de Ética Pública, un diputado nacional bajo
ningún punto de vista puede influir, diligenciar, ponerse a disposición ni cobrar diligencia
alguna en favor de un grupo de poder, empresa u otro interesado en que salga o no salga una
ley.

Está claro que desde hace mucho tiempo el diputado Zapata viene operando a cara
descubierta y sin ruborizarse en favor de Tabacalera Sarandí, propiedad de Pablo Otero, “El
Señor del Tabaco”, quien amenazó desde un gobernador a varios periodistas que denunciaron
sus prácticas extorsivas. También es indiscutible que auspiciar y hacer lobby en favor de
Sarandí implica ponerse directamente en contra del sector productivo de Salta, como también
impedir que la Administración Federal de Ingresos Públicos recaude un impuesto que rige
desde hace muchos años, es coparticipable y afecta la recaudación general del país. Sería
auspicioso que la denuncia que realizó la Cámara Argentina de Empresas Tabacaleras ante el
juez federal Daniel Rafecas prosperase y no permanezca dormida, porque allí se podrá echar
luz sobre una cuestión oscura, espinosa y de impredecibles derivaciones. Sobre todo porque
lejos de aclarar su situación, el diputado Zapata poco a poco quedó entrampado en sus propias
palabras y su aversión manifiesta hacia la empresa Massalin demuestra claramente que pugna
abiertamente en favor de Tabacalera Sarandí y sus prácticas delictivas que distan mucho de ser
las apropiadas dentro de un sistema republicano, como así también se observa que están
absolutamente reñidas con la ley.

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